Para un líder regional los desacuerdos
implican profundizar vínculos

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Por RICHARD LAPPER Y JONATHAN WHEATLEY
parecer, Brasil es amigo de todo el mundo. Cuando se trata de defender la causa de los combustibles verdes, una administración económica responsable, o los intereses de comerciales de los productores de algodón de África, los afables diplomáticos brasileños siempre están ahí, exudando compromiso y cordialidad.

Celso Amorim, diplomático de largos años de servicio que ha sido ministro de Relaciones Exteriores desde que el presidente Luis Ignacio Lula da Silva asumiera el cargo, hace cuatro años, está creado en ese molde. Al conversar con el Financial Times en su oficina, en el apacible esplendor modernista del Palacio Itamaraty, en Brasilia, resta importancia a los problemas que Brasil ha enfrentado en su patio trasero latinoamericano. Y hasta mantiene que las diferencias dentro del MERCOSUR son el resultado inevitable de la “profundización” de las relaciones entre sus cinco miembros.

En los últimos meses, estos problemas se han ido engrosando y rápidamente. En el oeste, Bolivia nacionalizó los activos de Petrobras, la petrolera gigante de Brasil. Al norte, el beligerante presidente Hugo Chávez, de Venezuela, está amenazando en convertir el MERCOSUR, un pacto comercial dominado por Brasil, en una plataforma para su esfuerzo por construir el socialismo del siglo XXI. En el sur, Brasil ha estado forcejeando con Argentina, y el último ejemplo de esto fue que el presidente Néstor Kirchner restringiera las importaciones de refrigeradores y cocinas brasileñas.

El sistema de relaciones exteriores de Brasil y Amorim han estado bajo el tiroteo regular de los críticos de derecha locales, por supuesta complicidad con el “autoritarismo” de gobiernos radicales de izquierda de Venezuela y Bolivia. “Hace que la gente que está menos familiarizada con este rincón del mundo crea que el “Lulismo” es parte de la red de apoyo a Hugo Chávez”, dijo un editorial del Estado de São Paulo, uno de los diarios de mayor venta de Brasil. La negativa de Brasil de condenar una decisión el mes pasado de Chávez, de cerrar un canal de televisión opositor, ha sido particularmente controvertida. Los que detectan una nueva alineación de ideas entre los gobiernos brasileño, venezolano y boliviano, vieron reforzado su punto de vista la semana pasada por el acuerdo entre Lula da Silva y el presidente Evo Morales, de Bolivia, de incrementar el precio que Brasil paga por el gas natural boliviano. Silas Rondeau, el ministro de Energía de Brasil, calificó el acuerdo como “geopolítico”, más que comercial. Lula da Silva dijo que surgió de la necesidad de Brasil de ser “generosos” con su vecino más pobre.

Amorim dice que los críticos confunden el carácter en cambio del MERCOSUR, y subestima la necesidad de una integración más amplia en un mundo donde los recursos e infraestructura física están creciendo en importancia. “Si usted mira el MERCOSUR solamente desde un ángulo de comercio, no lo entenderá […]  El énfasis en los recursos y la interconexión es mucho mayor ahora”.

Brasil respaldó el ingreso acelerado de Venezuela como miembro pleno del MERCOSUR el año pasado y trató de lograr lo mismo este año para Bolivia, pero fue bloqueado. Venezuela es el quinto mayor productor de petróleo del mundo. Bolivia tiene las segundas reservas mayores de gas natural de América del Sur y ya le suministra a Brasil más de la mitad de sus necesidades diarias. Ambos comparten fronteras con Brasil, y Venezuela le ofrece acceso al Caribe.  “Venezuela es importante geopolíticamente, no porque querramos influencia política, sino porque es parte de nuestras rutas comerciales”, dice Amorim, quien también recalca la forma en que un  nuevo vínculo vial a través de Perú, otro socio, le ha facilitado a Brasil acceso a los puertos en la costa del Pacífico, por primera vez.

Esto no quiere decir que la liberación del comercio y el compromiso con la democracia que calzaron la creación del MERCOSUR en 1991 ya no sean importantes.  Dice Amorim que las exportaciones de Brasil a Venezuela, por ejemplo, se han incrementado de unos cuantos millones de dólares en 2003, a US$3,6 millardos (£1.8 millardos, _2,7 millardos) en 2006. También, mientras que Brasil respalda apoya los objetivos sociales de radicales como Chávez, está en desacuerdo con los medios y estilo del gobierno. “En realidad, ese no es nuestro estilo. Nuestro modelo es, realmente, tener controles y balances, y una prensa libre”.

Sin embargo, en lugar de criticar abiertamente, Amorim indica que Brasil pude ser más eficaz tratando de persuadir, tranquilamente, entre bambalinas. Es un punto de vista que él dice ha dado frutos en Bolivia, donde Morales dió marcha atrás en su versión original más radical de la nacionalización del gas. Las dura crítica pública a ambos gobiernos no hubiera sido la vía utilizada por Brasil, dice Amorim. “Reaccionamos, pero no nos excedimos. Defendimos nuestros intereses, de manera pragmática. El principio es la no-intervención, pero seguimos las pautas de la no-indiferencia”.

Todo esto está guiado por una sensación de que el liderazgo internacional de Estados Unidos, no cuestionado cuando se constituyó el MERCOSUR en 1991, está siendo desafiado por el surgimiento de bloques como la Unión Europea y China. “Para enfrentarse a estos gigantes reales, la integración sudamericana es muy importante para Brasil”, dice Amorim.

En esta “realpolitik”, sin embargo, insinúa que puede haber bajas. Uruguay y Paraguay están cada vez menos satisfechos con los limitados beneficios comerciales y otros que están sacando de su membresía en el MERCOSUR. Recientemente, Uruguay alcanzó un esquema de comercio y un acuerdo de inversión con EEUU que, si se lleva a su conclusión lógica, haría inviable la continuación de su membresía en el MERCOSUR.

Brasil ha intentado satisfacer las quejas de los dos países más pequeños, dice, mediante el préstamo para proyectos de infraestructura. Sin embargo, esto pudiera no satisfacer a los disidentes. Amorim admite que Uruguay, a la larga , podría seguir su propio camino. “Es su decisión, por supuesto. Y todos los brasileños respetarían eso.”
VERSION IVAN PEREZ CARRION

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