Para un servicio exterior eficiente

Para un servicio exterior eficiente

Desde siempre los diplomáticos han jugado un rol destacado en las relaciones entre las naciones aunque, por mucho tiempo, esa importancia se relacionaba con cuestiones sobre guerra y paz. Sin embargo, en este mundo global que se nos ha venido encima el servicio exterior es un resorte vital para temas vinculantes al desarrollo económico.

El Servicio Exterior, siendo imprescindible, es una actividad que requiere cuantiosos recursos. No es suficiente tener misiones diplomáticas en las principales capitales sino que cada vez son más los países donde es necesario tener presencia. La gestión diplomática de hoy día va mucho, muchísimo más allá de tomar té vespertinos y cócteles nocturnos, si bien las recepciones, brindis y demás actividades sociales son instrumentos útiles en la gestión diplomática. Efectivamente, un servicio exterior requiere recursos, hay que invertir en él y, por lo tanto, se debe esperar que, para los países que no son ricos, esa inversión sea precisamente eso, una inversión y no solo un gasto más en el presupuesto de la nación.

Naciones poderosas tienen dentro de sus legaciones diplomáticas a representantes de diversas agencias de su esquema global. Eso no es  secreto. A la vez, sus delegados diplomáticos tienen como misión esencial promover al país, estar atentos y promocionar los intereses económicos, además de políticos; son verdaderos gestores de sus naciones. No importa si son de carrera – la mayoría lo son – o no, son seleccionados atendiendo a su capacidad profesional e intelectual y cuando salen hacia sus misiones van adecuadamente preparados e informados de los objetivos a buscar.  Las naciones tienen que dotarse, y nombrar personal adecuado para que las represente. La República Dominicana no es una excepción. Más bien para el país es de urgencia que los cuantiosos recursos que tiene, inevitablemente, que invertir en su servicio exterior le produzcan beneficios. Voy a pasar por alto en el análisis aspectos fundamentales, tanto el de la idoneidad como que la eficiencia de un servicio exterior pasa también, ineludiblemente, por lo adecuado de su dimensión. 

Una misión diplomática debe acopiar información – pública por supuesto – del país donde se encuentre de manera que pueda mantener pertinentemente informado a su Cancillería sobre todo el acontecer nacional, sus principales líderes y que ésta – la Cancillería – esté en condiciones, así, de ejecutar acciones y recomendar certeramente al Poder Ejecutivo, verdadero responsable de la política internacional, las políticas que correspondan, ya sea en el ámbito, económico-comercial, financiero o de coordinación en organismos intergubernamentales.

Un agente diplomático tiene que estar muy bien informado sobre las realidades de su propio país y, especialmente, de sus potencialidades, de modo que pueda convertirse y esto es vital, en gestor del comercio exterior, del país como destino turístico y su proyección como actor confiable en los escenarios internacionales y como un compañero necesario en el camino del desarrollo. Si un servicio exterior no logra de manera eficiente esos resultados los recursos que en él se invierten se estarán malgastando.

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