Paradigmas, la justicia y unidad

Paradigmas, la justicia y unidad

El hombre vive en comunidad. En los últimos milenios, la comunidad de relevancia ha pasado del nivel de familia por los niveles de tribu, ciudad y nación y ahora estamos al umbral de una comunidad que abarca todo el planeta. Una persona que vive sola puede hacer lo que quiera pero el integrante de una comunidad tiene que tomar en cuenta los intereses y las necesidades de los demás integrantes. La comunidad tiene que tomar en cuenta a los individuos y los individuos tienen que tomar en cuenta que viven en comunidad. El conjunto de reglas que la comunidad se impone a si misma es su gobierno. Si la gente respeta las reglas, ellos mismos se benefician y al contrario, todos sufren las consecuencias.

En otras palabras, la comunidad tiene que estar unida en su apoyo de las reglas. La unidad es una base imprescindible de la gobernabilidad.

La reserva más importante que tiene un gobierno es la unidad de los gobernados. El gobierno tiene en sus manos la autoridad para tomar decisiones pero es el pueblo que tiene el poder de hacerlas realidad, acatándolas o no. Es fácil establecer reglas – no parquear en el espacio del vecino, apagar la música en las altas horas de la noche, no tirar basura en la calle – lo difícil es lograr que estas reglas sean respetadas. Es el apoyo popular que determina el éxito o fracaso de las decisiones del gobierno.

Supongamos que hay un condominio de 16 apartamentos, y un total de 19 espacios de estacionamientos y tú eres la presidenta de la junta del condominio. Es fácil distribuir los espacios: Uno para cada apartamento y los tres restantes se quedan a disposición de la presidencia de la junta, porque recibes muchas visitas precisamente por su condición de alta funcionaria de la comunidad.

Obviamente va a ser difícil para el resto de tu comunidad unirse y aceptar este arreglo. ¿Por qué? Por la manifiesta injusticia. Se te ha otorgado la autoridad para tomar decisiones porque la comunidad necesita reglas y tú, con la autoridad en la mano, tomas decisiones que favorecen a ti a costa de los demás. Claro que no te van apoyar. Claro que tu gestión como presidenta está destinada al fracaso.

Ahora bien, aplicar esa lección a otros niveles, llegando a la administración de un país y hasta las relaciones internacionales es un ejercicio elemental. El punto es que la gobernabilidad depende de la unidad y la unidad depende de la justicia. Un gobierno justo recibe el apoyo de los gobernados y su unidad es la clave del éxito de su gestión.

Ahí también se ve una conclusión de aplicación mucho más general: La efectividad de las tareas cotidianas y prácticas que asociamos con nuestros gobiernos e influyen en la calidad de vida de nosotros – la recogida de basura, por ejemplo, o la reparación de las calles, o el control del crimen – termina siendo una función de un principio moral, en este caso la justicia. Nuestras vidas, aún en sus elementos más mundanas, dependen de principios morales, éticos y espirituales.

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