Paramilitares dejan armas Bogotá

Paramilitares dejan armas Bogotá

BOGOTA (AFP).- Un total de 860 paramilitares colombianos que operaban en la frontera sur con Ecuador se desmovilizaron este sábado en la continuación de un proceso de desarme que busca sacar del conflicto a 20.000 de esos combatientes a más tardar en diciembre próximo.

Los miembros del Bloque Libertadores del Sur de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC, extrema derecha) -acusado de masacres y narcotráfico- entregaron sus armas en el municipio de Taminango (900 km al sur de Bogotá, en el departamento de Nariño).

La desmovilización se llevó a cabo en una ceremonia encabezada por el alto comisionado para la paz, Luis Carlos Restrepo, y el argentino Sergio Caramagna, veedor de la Organización de Estados Americanos (OEA) para el proceso de paz con las AUC.

Con este desarme aumentó a 6.700 el número de paramilitares desmovilizados desde noviembre de 2003.

En un discurso pronunciado durante la ceremonia, Restrepo agradeció a los reinsertados su «aporte a la paz» y aseguró que el gobierno cumplirá los compromisos asumidos con ellos.

«Es el momento de confiar en un presidente que se ha preocupado como ninguno en la batalla por la seguridad. En Colombia no debe haber más que la seguridad legal. Ustedes han respondido a ese llamado y les agradecemos. Ahora la responsabilidad está en manos del Estado», afirmó.

Caramagna dijo, por su parte, que cada nueva desmovilización favorece el apoyo internacional al diálogo con las AUC. «Se consigue una mayor disposición de la comunidad internacional para entender y buscar formas de apoyo al proceso, cosa que nos alegra muchísimo», expresó.

A su vez el ex jefe político de la facción, alias ‘Diego Rivera’, proclamó la desarticulación del grupo y exaltó el hecho. «Aquí nació y aquí muere la estructura político y militar y nace una nueva vida para nuestros hombres», sostuvo.

Durante el acto, los jefes del grupo pidieron perdón públicamente por los «atropellos y abusos» que pudieron «haber cometido» en su lucha contra las guerrillas izquierdistas, y negaron acusaciones que los vinculan con el cártel cocainero de Norte del Valle y con matanzas en Nariño.

«El Bloque Libertadores del Sur es una estructura político-militar en la que jamás hubo algún vínculo con los carteles de la droga colombianos», aseguró uno de los líderes de la facción.

Sin embargo, admitió que el grupo cobraba dinero a los narcotraficantes por permitirles comercializar la cocaína.

«Nuestra relación con los narcotraficantes se limitó a cobrar el impuesto al gramaje (cobro por el paso de droga hacia los centros de acopio). No somos narcotraficantes», agregó.

El Bloque Libertadores del Sur está sindicado de la muerte de varios estudiantes y profesores de una universidad, así como de masacres y asesinatos selectivos en Nariño.

«Aquí no hubo masacres, no hubo delitos de lesa humanidad, nunca fuimos partidarios de eso. Este bloque fue siempre respetuoso de la población civil y del derecho internacional humanitario», aseguró otro jefe paramilitar.

Según las autoridades el escuadrón derechista, en alianza con el cártel de Norte del Valle y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas), es responsable de un cargamento de 15 toneladas de cocaína decomisado en mayo último en el Pacífico nariñense.

Dicho alijo es el más grande que han confiscado las autoridades colombianas en tres décadas de lucha antidrogas.

El desarme del Bloque Libertadores estuvo acompañado de denuncias de autoridades civiles de Nariño, en el sentido de que las FARC amenazaron con retomar el territorio desalojado por los paramilitares y vengarse de sus colaboradores.

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