Parias del destino

Parias del destino

En las grandes potencias, la xenofobia se ha convertido en uno de los más perversos recursos en la lucha por el poder político. Pero con países como República Dominicana esas naciones han sido implacables, llegando incluso a amenazar con sanciones, por la supuesta discriminación a los haitianos.

En Estados Unidos los republicanos, que durante su gestión en la Casa Blanca contemplaron una muralla en la frontera con México para contener la inmigración, se ha llegado al colmo de evacuar leyes, como la del Estado de Arizona que criminaliza a los indocumentados, en la más abusiva y absurda persecución étnica. 

La persecución contra los inmigrantes es un fenómeno que recorre también Europa, incluyendo a la Francia que  ha deportado a miles de gitanos en forma sumaria bajo pretexto de delitos.

La bandera que enarbola en España el Partido Popular y en Suecia un sector de la derecha es también la xenofobia.

Lo que no saben las grandes potencias es que el odio y la persecución contra los inmigrantes es una causa perdida, porque la gente no dejará de luchar por la subsistencia pase lo que pase. Si hay que cruzar el Atlántico a nado en busca de una mejor vida la gente está dispuesta a correr el riesgo, sin importarle terminar como manjar de los tiburones.

Entiendo que los cientos de miles de haitianos que viven en República Dominicana constituye un problema bastante serio, que se tiene que enfrentar. Pero la solución tiene que buscarse sobre la base del respeto a la condición humana. Los haitianos emigran a República Dominicana en busca de mejor vida, que es la misma razón por la cual los dominicanos buscan la forma de llegar a Estados Unidos o cualquier otra nación. 

La compasión y protección que los dominicanos piden para su gente que reside legal o ilegalmente en el exterior es la misma que debe proporcionarle a los haitianos que por circunstancias del destino han tenido que establecerse en suelo patrio.

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