París cierra desfiles;
deja la idea de versatilidad en la moda

París cierra desfiles; <BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2004/10/2D3EFAE9-6F29-43EB-90AB-CEA5ADDDF024.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=241 data-eio-rheight=390><noscript><img
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PARÍS (EFE).- “Viste de blanco y haz lo que quieras”. Éste podría ser el lema de la semana de colecciones pret-a-porter para la primavera-verano 2005 que acaba de terminar en París, de no ser porque la moda es caprichosa y ofrece propuestas para todos los gustos.

Desde el negro absoluto a los cobres y plateados, pasando por los colores saturados de las piedras preciosas o los tonos más sutiles, casi transparentes, las tonalidades son múltiples si sirven para realzar la cintura o las piernas.

Sin embargo, no hay duda, que bajo el tórrido sol estival o las próximas lluvias primaverales, el blanco lucirá espléndido en todas sus modalidades y texturas.

Será de macramé, de ganchillo o de puntillas; drapeado, fruncido y asimétrico; velado, transparente, largo, corto, fluido o ajustadísimo.

Servirá con pantalones corsario y pitillo, largos y anchos; plisados en la cintura o rectos a partir de las caderas, con voluminosas enaguas, blusas y chaquetas, con gabardinas, guardapolvos, camisetas asimétricas, vestidos rectos, holgados…

Habrá para todos los gustos y podrá combinarse a placer, incluido el blanco sobre blanco, según mostraron muchos de los más de cien modistos que prefirieron París a Nueva York, Londres o Milán, para presentar sus creaciones.

En ocasiones, el blanco podrá decorarse con motivos plateados, levemente faraónicos, en forma de ribetes, de falsos collares redondeados o motivos asimétricos.

En cualquier caso, estará ahí, con Ungaro y Lacroix, Dries Van Noten y Balenciaga, Nina Ricci, Loewe o Paco Rabanne, y por supuesto, con Chanel y sus sublimes vestidos largos de macramé.

El macramé blanco también lucirá sobre la mujer que se vista de Dior. La desbordante imaginación de John Galliano produjo algunas prendas sueltas en ese tejido de reminiscencias “hippy” aunque nunca combinadas entre sí.

Blanco sí, pero también, y absolutamente, el negro. Negro por encima de todas las cosas para los característicos “vestiditos” (petites robes), para suntuosos modelos de gala o para conjuntos algo más ‘hard’ –anudados, enlazados, colgantes, superpuestos, deshilachados, asimétricos– y para prendas sueltas.

Sin olvidar, igualmente de manera imperativa los estampados multicolores, de tonos muy vivos o muy sútiles, floreados, urbanos, geométricos, mixtos, sobre motivos pequeños y grandes.

Los conjuntos marcadamente monocolores, de la esmeralda, al zafiro, la turquesa y otras piedras preciosas, o los inspirados en paletas sofisticadas de anisados, cobres, chocolates, salmones, azules o fucsias, también vivirán grandes momentos de gloria el próximo verano.

   En cuanto a la silueta, la cintura se marcará a voluntad, para abrirse a faldas rectas y volúmenes evasé, trapecio o corola, sin que por ello desmerezca el talle alto, estilo torero, con su bolero, si es preciso o, mejor aún, su mañanita, aunque en más raras ocasiones.

   Muy a menudo, de día como de noche, las rodillas quedarán al descubierto, mientras que muchos pantalones las cubrirán hasta terminar, como máximo, mediada la pantorrilla.

   El talle bajo y los pantalones estilo vaquero, en jean o en tejidos más sutiles, como terciopelo, seda o lamé, estarán ahí el verano próximo, al igual que la túnica, marque o no la cadera, pieza clave de la indumentaria estival, combinada con vestidos largos y cortos, voluminosos o rectos, pantalones y ‘short’ o lo que se quiera.

En estos tiempos de ‘burkas’ afganas y velos prohibidos, hubo que constatar, además, en las pasarelas de  París una pequeña tendencia, sin duda con mensaje, a ocultar el rostro femenino, por ejemplo bajo un casco de motorista, magnificado por los cada vez más célebres Viktor and Rolf en su serie de conjuntos negros.

Modelos en abierto contraste con sus excelsas creaciones rosas, fucsia o coloradas, de donde surgían como una flor los rostros de sus maniquíes.

No fueron los únicos, pues entre los artistas que ocultaron más que una mirada figuró Alexandre McQueen, ex Givenchy -es decir ex LVMH, número uno del lujo mundial, propiedad de Bernard Arnault.

Lo hizo desde la concurrencia, con el grupo también francés del lujo PPR, (Pinaud-Printemps-Redoute), de Francois Pinaud, y utilizó para ello una escafandra diríase que de astronauta o de submarinista, sobre un par de grandes hombreras de jugador de rugby, adornado su misterio con un ‘short’ plateado y unas botas altas por encima de las rodillas.

La propuesta era contundente, pero sin duda algo precoz, pues poco tenía que ver con el resto de su ecléctica y a la vez coherente colección ni con la “frágil gracia y la nostalgia hippy” que entre el 4 y el 11 de octubre reinó sobre las pasarelas de París.

   Ciudad cuyo rango de “capital de la moda” quedo consolidado por tanta “diversidad de expresiones”, según estimó hoy “Le Monde”.

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