París, navegando en el Sena

París, navegando en el Sena

He tenido la gran dicha de viajar varias veces a la ciudad luz y de disfrutar de sus numerosos encantos.

Pero aparte de las gratas experiencias gastronómicas, por ejemplo, en el restaurante gastronómico Le Jules Verne de la Torre Eiffel o en el Aperge de la Rue Varenne. Otro de los modos que disfruto en la ciudad del amor es navegar por el Sena.

Es el tercer río más grande de Francia y el primero navegable. Inicia uno de sus cursos en la región de Cote-dor en la Borgoña, y desemboca finalmente en el canal de la Mancha. Son 777 kilómetros de largo y por el camino atraviesa el corazón de París. El Sena hace su entrada triunfal en el perímetro sureste de París, levanta un arco en forma de ceja hacia el norte y sale de la ciudad 14.5 kilómetros después.

En reconocimiento a la monumental arquitectura que bordea el río, las riberas entre el pont de Lena y el pont de Sully fueron nombrados patrimonio mundial por la UNESCO en 1991. En esta oportunidad permítanme «conversar» de una de las experiencias gratas que junto a mi dama disfrutamos de una cena premium navegando en el río parisino.

Partimos de port de Grenelle cerca de la regia torre Eiffel; primero vimos la réplica de la Estatua de la Libertad que desde 1889 está en lie aux Cygnes, luego pasamos frente a la majestuosa Torre Eiffel, construida para la feria mundial de 1889 en París para celebrar el centenario de la Revolución Francesa, bien sabemos que la sociedad puritana del París de la época no la aceptaba gustosa, hoy ella es París.

Seguimos navegando y aparece el Teatro de los Campos Elíseos, escenario de las grandes estrellas del mundo. Seguido se aprecia la Plaza de la Concordia, lugar donde estuvo la guillotina que decapitó a Luis XVI y a María Antonieta en 1793. Más adelante están Les Berges, un inmenso paseo peatonal, aparece entonces el Museo de Orsay con obras de los impresionistas.

Al continuar se inicia el trecho de los Bouquinisfes, que son los puestos de venta de libros en la riviera, hay más 200 de estos kioscos. Inmediatamente se pasa frente al esplendoroso Louvre, el cual fue construido como una fortaleza en el siglo XII y se volvió museo en 1793. Es el hogar de la Mona Lisa.

Se pasa por playas artificiales los meses de julio y agosto con palmeras y todo. Me pasó igual en un viaje a Niza, llegué de noche a la Costa Azul y frente al hotel Le Negresco no había nada que se pareciera a una hermosa playa era pura roca, al despertarme había un área de playa con blanca arena marina y todo, la «fabricaron en la noche».

Luego desde el río se observa la Sorbona que es el corazón del Barrio Latino y de inmediato la regia Catedral de Notre Dame, en la isla del Sena absolutamente gótica. El Sena tiene 37 puentes que por igual son admirados en el paseo, entre otros el Charles De Gualle muy moderno, pero para mi gusto el de la Concordia y el Alejandro III son los más señoriales.

Se aprecia también el Puente del Alma, lugar donde murió la princesa Diana, a ella la conocimos y tratamos en Londres junto al Dr. Alberto Santana Núñez, prominente gastroenterólogo, pero eso amerita otro «conversatorio».

El paseo marítimo fue acompañado con una cena de menú italiano, degustamos de entrada unas copas del rico espumante Laurent Perrier Cuvee Rose Brut, que no era la exclusiva y costosa champaña de Jef Koons, pero esa estaba muy agradable al paladar para disfrutar la noche de París.

Iniciamos con una ensalada capresa a modo del chef, luego una crema de corazón de palmitos y como plato fuerte filete de cordero rustido, puré de zanahoria, babi vegetales y jugo de café. Luego, los postres de helados italianos. La haute cuisine francesa, tiene su plato aparte, es refinada y exquisita.

Todo aquel entorno acompañado de una primorosa música interpretada por un maestro con un piano de cola y otro con un violonchelo, donde glosaron entre otras piezas: La vie en rose, el Valse De Beaufort, Nous deaux, Qui navance pas recule, entre las que recuerdo. Como vemos, París es sencillamente París.

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