París, siempre será París… entre arquitectura y arte

París, siempre será París… entre arquitectura y arte

La Design Week RD, que se desempeñó durante casi toda una semana en la Zona Colonial, hizo que se abrieran las puertas a la arquitectura de interiores, a la decoración, al arte objeto, a la inventiva del mueble, del artefacto que nos acompaña en nuestras vidas cotidianas, con la misiva de ofrecernos un bienestar y una presencia de lo bello en nuestra movilidad existencial.
República Dominicana ha manifestado desde hace varias décadas una disposición profesional por la gráfica y el diseño. Tradición que desde la creación de la Escuela de Altos de Chavón hasta el día de hoy, nos ha facilitado tener varias universidades que asumen la carrera de publicidad y diseño.
Esta actividad, contó con muchos profesionales que vinieron al país desde Italia, Brasil, España y Francia, que no podía estar ausente, su embajada abrió al público sus espacios de exposiciones y auditorio para mantener durante una semana una sinergia con la ciudadanía. Fue muy grato y agradable sentir el dinamismo del servicio cultural de esta misión plenipotenciaria con la implicación de su excelencia Didier Lopinot, embajador de Francia, quien honró sus invitados con un exquisito cóctel que solo el buen gusto y el arte culinario de la nación gala conservan en su patrimonio universal, porque para los franceses la gastronomía es arte e inventiva.
En este ambiente de arte y cultura pudimos convocar una conferencia sobre …Paris entre arquitectura y belleza… La misma se desarrolló frente a un público altamente interesado y con la honorable presencia de exponentes brillantes de la arquitectura de interiores, del diseñó, y de académicos que saben que París es una arquitectura a cielo abierto, desde el patrimonio de la Edad Media, nacido en la isla San Louis, y en la isla de la Cité, con un conjunto de iglesias románicas y también góticas, además de la emblemática Catedral de Notre Dame, que sabemos retomará toda su fuerza y su punto de mira, por encima de su tragedia, Notre Dame heredará de alguna inventiva que florecerá con el arte de la arquitectura integrada a los tiempos, tan obvia en nuestro París.
En París nada se muere, todo florece y se manifiesta en una dinámica urbana y arquitectónica exclusiva de esta capital.
Nos satisfizo recordar las broncas ciudadanas cuando el Presidente Pompidou, optó por sacar Les Halles, es decir, el mercado Central que alimentaba todo París, para moverlo a Rungis, en el “arrondissement” 2 y 3 de, lo más avanzado de todos los tiempos en un subterráneo que hoy día contiene las mayores marcas de la moda, de la perfumería y los mejores cines de toda la ciudad.
Cuando se movió este mercado central de París, llamado ‘Le ventre de París” por Emile Zola, se levantaron manifestaciones de los pros y de los contras, como manifiesto de democracia urbana; y finalmente hoy, no solamente tenemos el Foro des Halles, arrebatado de una de las más altas frecuentaciones de población del mundo, y a dos pasos gozamos del Museo más atrevido de la post modernidad “Le Centre Pompidou”, todo esto nació con una tremenda implicación de la ciudadanía.
En este “quartier” gozamos solamente abriendo los ojos de edificios del período barroco francés, del clasicismo y de las construcciones contemporáneas que deben guardar el espíritu de la línea del tiempo con los desafíos del siglo 21, respetando los materiales de construcción.
Compartimos también con el arquitecto Carlos Lora, un enamorado de la ciudad de las luces, de que Paris en un punto de mira una perspectiva, y pasando las imágenes veíamos en la sala repleta de dominicanos amantes de la ciudad y de las artes, como se les encendía el ojo cuando nos poníamos detrás del Carroussel del Louvre, para pasear por Les Tuileries, y en línea recta alcanzar el Obelisco de la Concorde, subir los Champs Elysées y pasar del Arco del Triunfo para divisar los edificios modernistas con la libertad de los ojos….
A veces en esta ciudad se siente estar en una nave, no es de extrañar que su símbolo sea un barco en el Sena, real y mitológico con vida eterna, que se universaliza en el poema de Apollinaire ‘Sous le Pont Mirabeau’, bajo el puente Mirabeau, donde se destaca toda la melancolía de un enamorado que siente el tiempo pasar al ritmo de las aguas del río en un sentimiento de añoranza y nostalgia.
Pero Paris tiene una arquitectura interior que es la de su alma, y que podemos experimentar en los cafés bistrots, con un toque siempre de decorado vintage, con un radio de los años 40, un tocadiscos de pasta, sonando en el fondo una canción de Maurice Chevalier, de Edith Piaf y de Charles Aznavour, así como tantas voces del cancionero francés apropiado por las grandes artistas del mundo, como el inolvidable ´´Ne me quitte pas´, de Nina Simone con Archie Sheep en el piano… en fin, transmitiendo un sentimiento de Boheme, que es más que una canción, son los lugares específicos de un tiempo, de una idea, como el existencialismo y no solamente en el Café Flore o Les Deux Magots, sino también, en el Atrium, en la Brasserie Lipp, con sus mazos vestidos de negro, como pingüinos alegres con sus pajaritas, lugares donde encontrarse con Belmondo, Isabelle Huppert o Catherine Deneuve…simple y llanamente en un abrir y cerrar de ojos.
Existe en esta ciudad una alquimia exquisita entre la forma y la idea, cuando asistimos a una exposición en el Museo de Orsay, es emocionante pensar que estamos en una estación de tren de finales el siglo XIX y principios del XX, y que dentro de esta nave haussmaniana Francois Mittérand tuvo la magnífica idea de ofrecer a los parisinos y al mundo, uno de los museos más frecuentados y admirados, sabiendo que a dos pasos tenemos el Louvre, y basta con acceder por el puente para entonces asombrarse de otro atrevimiento, “La pirámide de cristal “que da acceso a las salas de exposiciones de este museo histórico del período clásico de Luis XIII y Luis XIV, donde hacen colas los turistas para conocer a la Gioconda de Leonardo da Vinci.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas