Parkinson y depresión

Parkinson y depresión

En el anterior “conversatorio”, habíamos mencionado la importancia de iniciar el tratamiento inmediatamente se haga el diagnóstico de la enfermedad, esto por razones teóricas y prácticas sobre las que conversaremos hoy.

Se ha planteado que ese inicio temprano ayudaría en cierta medida a evitar mayor daño a las neuronas encargadas de elaborar la importante dopamina en el cerebro, y que esto lógicamente retrasaría la tasa de deterioro neuronal, es decir que pudiera tener un efecto protector.

Uno de los fármacos más usados en la enfermedad, la levodopa, se introduce en la terapéutica de la Enfermedad de Parkinson (EP), en el 1968, en el VI Congreso de Neurología de Edimburgo, con los trabajos de George Topsias, pero  no es sino hasta el año 2004 cuando se realiza el primer estudio completo en humanos con dicha medicación, el famoso estudio DOPA, que demostró que al paso de los años los pacientes que estaban debidamente medicados, se encontraban en mejores condiciones que aquellos que recibieron sólo placebo.

 Pero cómo conectamos estos encuentros para explicarnos el que más del 50% de los pacientes con parkinson desarrollan alguna forma de depresión durante el curso de la enfermedad? Lo que  no habíamos podido aclarar hasta hoy era si esa depresión era debida a cambios neuroanatómicos o neuroquímicos del cerebro. Bien sabemos que el tratamiento moderno de las depresiones se basa en encarar las alteraciones en dos sistemas muy relacionados con la dopamina, que son los ejes noradrenérgicos y serotoninérgicos. En muchas ocasiones tanto las manifestaciones de depresión, la tristeza, las apatías y unos dolores inespecíficos en los músculos, pueden preceder el diagnóstico florido de la enfermedad de parkinson. En mi propia experiencia, si un paciente tiene estas manifestaciones mencionadas, más alguna dificultad con su firma o su escritura, o haya disminuido su olfacción, es muy probable que si me visita, aun sin rigidez ni temblor,  incluiré yo entre los diagnósticos diferenciales la enfermedad de parkinson.

Los trabajos más recientes  sobre la relación de enfermedad de la rigidez y la depresión, son los publicados bajo la firma de V. Kostìc y colaboradores, publicados en la prestigiosa revista Neurology de septiembre del presente año, quienes investigan la correlación de los aspectos neuroanatómicos con la depresión en la enfermedad de Parkinson. Los investigadores utilizaron la moderna Resonancia Magnética, con la morfometría voxel, una técnica modernísima que permite medir los aspectos cambiantes  de la sustancia gris y de la sustancia blanca del cerebro, mediante el uso de esta técnica radiológica. 

Concluyeron los investigadores en que hay una importante pérdida  de sustancia blanca en la región del sistema límbico cortical en los pacientes con Parkinson y depresión, que a  diferencia  de los que nos están deprimidos, no se presenta. Este patrón es casi similar a  los pacientes que tienen  una depresión mayor en los casos  psiquiátricos,  donde no existe  la enfermedad de Parkinson. Esto nos sugiere que existe una vulnerabilidad de este circuito en los pacientes con la enfermedad del temblor y la rigidez, y lo que explicaría la tristeza que acompaña a un gran número de  estos enfermos enlentecidos. Esto me confirma viejas teorías mías, yo sustento que el cerebro emplea “autopistas especificas”, interconectadas, las diferencias radican más bien en las distancias que ellas son utilizadas, por eso la relación entre: Parkinson, Depresión, Alzheimer,  Fibromialgia, etcétera.

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