Otro de los Ejes Coincidentes en las acciones delincuenciales que se están escenificando en todo el territorio nacional es la participación de personas reincidentes en el submundo del delito, por lo cual se trata de individuos de conocida carrera delictiva, que en su gran mayoría han sido procesados por los distintos niveles de la justicia dominicana y han salido libres a la calles a continuar su trayectoria.
Este Eje Coincidente solo puede ser abordado con la superación de las profundas debilidades que hoy exhibe nuestro ordenamiento jurídico, pues se trata de una cadena procesal en la cual todos los eslabones deben accionar en una misma dirección y operar tras un mismo objetivo.
Todo inicia o debería iniciar con la captura de los delincuentes, previa operación de inteligencia policial, luego de ésta, la presentación de expediente y posterior sometimiento por parte del ministerio público ante los tribunales de la República. Si en esa cadena sancionadora del delito falla uno o varios de sus eslabones, la consecuencia inmediata del yerro procesal, es la puesta en libertad de personas que deben estar en presión.
Sin obviar la descontextualización de ciertos aspectos legislativos llamados a regular la delincuencia en el país, de nada sirve que la policía haga su trabajo, al igual que el ministerio público, si al final los delincuentes son puestos en libertad por exquisiteces “insatisfechas” en la justicia dominicana.
Es por ello que se hace impostergable la creación de una justicia cuya autoridad e independencia surja del pueblo mismo, donde al igual que los demás poderes del Estado, el poder judicial, específicamente la Suprema Corte de Justicia, sea elegida con el voto directo del ciudadano, eliminando así el Consejo Nacional de la Magistratura, pues éste al final sigue siendo la expresión política de quienes ostentan mayoría en el mismo. Dejando así, en manos de la SCJ la conformación de todo el aparato judicial del país, del mismo modo que se le permite al presidente de la nación, conformar su propio gabinete.