¿Partidocracia o filarquía nepocrática?

¿Partidocracia o filarquía nepocrática?

JUAN TOMÁS OLIVERO FIGUEREO
El repentismo político como operación mental ocurrente, es la mejor manifestación de la indigencia doctrinaria de nuestro liderazgo político; este tipo de ejercicio político dominicano es recurrente en las salidas estrafalarias, descabelladas y desconcertantes.

 Tenemos un liderazgo con una pasión subliminal propensa al espectáculo teórico y al embrollo ideológico; mientras esto sucede como forma y manifestación del nivel más bajo de la sociedad política dominicana, la modernidad y la implosión de las ciencias informáticas arrojan sobre la humanidad procesos cada vez más complejos y trascendentes. La comunidad científica hace transitar la humanidad hacia planos impensables, el conocimiento y las tecnologías producen cambios vertiginosos y significativos en la sociedad humana, elevándola a su más alta expresión en siglos.

Esto es lo que acontece e impacta la comunidad científica global; en cambio, la comunidad política dirigente, llamada a establecer relaciones partidarias fundamentadas en doctrinas, ideologías y pensamientos que tengan como marcos, instrumentos apoyados en el derecho, el respeto y la justicia; se degrada y desciende a los planos más bajos de la existencia política.

La Partidocrocia constituye la tecnología con las que se ha de dirigir y administrar de forma inteligente el Estado, es la forma mejor pensada y concebida por las ciencias políticas, es el instrumento eficazmente mejor desarrollado por la comunidad política.

La Partidocracia no es un signo decadente o un síndrome degradante de la vida política, como ha señalado el Dr. Leonel Fernández, lo que es degradante, lastimoso y preocupante es el fenómeno que ha operado a su interior como germen destructivo y alienante: la filarquía nepotista.

El mando de una Tribu (filargeo = grupo). La tribu de Leonel, Danilo, Eduardo Estrella, Milagros, Amable Aristy y Miguel Vargas, tiene perfectamente calculado cómo repartir el botín y el pastel del Estado. Después del show electoral todo será repartido según la filarquía nepotista hegemónica, no según el partido.

Los partidos como comunidades políticas en su dinámica interna han sido corroídos por conexiones y relaciones de subordinación y coordinación de filarquías que destruyen su naturaleza y razón de ser. El problema que se le plantea hoy al Estado, y a los que creemos en él, para garantizar una participación por méritos y pertinencia a sus ciudadanos, no es de Partidocracia como obstáculos, mas bien; es la tiranía grupal y el imperio de las filarquías lo que le anula.

Los partidos han dejado de ser el espacio ideal para el sueño, el debate de las ideas, búsqueda de nuevos paradigmas sociales. Se acabó la búsqueda de nuevos estadios de justicia social, equidad y solidaridad. El personalismo, el deseo fantasioso de grandeza y la egolatría han hecho de los partidos cunas filárquicas, que imponen una cultura política apoyada en el mercantilismo, el nepotismo y el arribismo. Los llamados nuevos líderes, gestores de estos nuevos paradigmas, son imagen y representación del mayor plano de degradación social y moral, que haya conocido la cultura política dominicana.

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