Partidos en crisis

Partidos en crisis

RAFAEL TORIBIO
Desde hace ya algún tiempo se viene hablando, con gran preocupación, de la crisis de los partidos políticos, avalada ahora por los resultados de encuestas y estudios recientes, tanto nacionales como internacionales. En todos ellos se evidencia que los partidos políticos son, de todas las instituciones del sistema político, las que, por las decisiones expresadas de la ciudadanía, gozan de mayor desconfianza, tienen la menor valoración y han visto reducidos, drásticamente, sus niveles de credibilidad y legitimidad a pesar de ser considerados esenciales a la democracia.

Esta situación en los partidos políticos afecta, en mayor o menor grado, a todos los partidos en casi todos los países. Puede decirse, sin temor a equivocación, que la crisis de los partidos, con sus modalidades particulares, es generalizada. En algunos países la crisis ha llegado hasta el colapso del sistema de partidos, haciéndose evidente entonces que a menos partido no hay más democracia. En otros, los partidos han sido conscientes de los peligros de sus crisis y han tomado la decisión de enfrentarla mediante la democratización y la modernización de su estructura y procedimientos, dando lugar a democracias consolidadas o en vías de lograrlo y la recuperación de la legitimidad y de la credibilidad disminuidas.

En esta oportunidad, más que volver sobre el tema de la crisis de los partidos, abordaré la crisis que está actualmente afectando a dos partidos de nuestro sistema político. En vez de tratar la crisis de los partidos, lo que trataré será los partidos que están en crisis.

Nuestro sistema político descansa, fundamentalmente, en la existencia y en el trabajo desarrollado por tres partidos. En la configuración de este sistema ha tenido un rol determinante la exigencia de la mayoría absoluta para el triunfo en las elecciones presidenciales y la posibilidad de una segunda vuelta electoral, si no se consigue en la primera. Sin embargo, por diferentes circunstancias y motivos, dos de los tres partidos en que descansa el sistema atraviesan, desde hace tiempo, una grave crisis en la que en vez de ver su solución, lo que se vislumbra es su profundización, que puede terminar en una profunda división, dando lugar a un desmembramiento en esos dos partidos.

El PRD y el PRSC se encuentran en una difícil situación y todo apunta a que la solución, vía la reconciliación, se aleja en vez de acercarse. Ambas partes buscan la solución en la derrota de la otra, o en la sumisión, no en la avenencia en base a un acuerdo. Hay dos factores que tienen potencialmente en estos momentos la posibilidad de agravar la crisis por la que atraviesan estos dos partidos. Estos son, por una parte, los resultados de las elecciones presidenciales pasadas y, por otra, las venideras Congresionales y Municipales. En las pasadas elecciones algunas de las facciones partidarias triunfaron y otras perdieron. Los disidentes en el PRSC ganaron al apoyar la candidatura presidencial del PLD. En el PRD la facción hegemónica en ese momento fue derrotada junto con la reelección, perdiendo, además, también legitimidad. Y como «el que ganó, ganó y el que perdió, perdió», no sólo tiene vigencia respecto al resultado de las elecciones presidenciales, sino también a lo interno de los partidos, resulta que hay facciones que ganaron aunque perdiera el partido al que pertenecen. Quienes se sienten ganadores quieren ahora cosechar los beneficios del triunfo sobre los que perdieron.

Por otro lado, las próximas elecciones congresionales y municipales son, al mismo tiempo, una oportunidad para la reunificación y una amenaza que puede conducir a la división. Deben ser oportunidad para llevar candidaturas comunes por el partido, uniéndose todas las tendencias en ese propósito. Pero puede ser oportunidad para que cada grupo quiera llevar candidaturas propias, profundizándose entonces la división, haciendo más difícil la reconciliación. En el PRD todavía está pendiente una decisión de la Suprema Corte de Justicia que puede variar la legalidad de la actual dirigencia. La decisión que se tome no solucionará la crisis y las elecciones seguirán siendo una fuerte amenaza. Si no llevan candidaturas comunes, la facción separada de la dirigencia del partido podrá presentar las propias bajo otra franquicia partidaria, y esto en nada ayudará a la reconciliación; por el contrario, profundizará la crisis y sellará la división del partido. En el PRSC la facción ganadora, unida al gobierno, puede representar una opción más segura para quienes quieran reelegirse, como también para quienes quieran acceder a uno de los cargos electivos por primera vez. En ambos casos es posible que prefieran ser apoyados por la facción de su partido que está aliada al gobierno, y no por su partido que, además de estar en la oposición, obtuvo sólo alrededor del 8% de los votos en las pasadas elecciones.

Si no hay reconciliación antes de las elecciones del próximo año, lo más probable es que en dos de los tres partidos en que descansa el sistema político ocurra la división y la inauguración, de hecho, del bipartidismo, aunque formalmente exista el multipartidismo. Termino recordando que en la crisis de ambos partidos ha mediado una decisión de la Junta Central Electoral con lo que se confirma que no siempre una decisión jurídica representa una solución política.

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