Manolo Pichardo, diputado al Parlacen y miembro del Comité Central del PLD, no está diciendo nada nuevo cuando afirma que existe una quiebra de la democracia interna de los partidos políticos en el país, pero en sus labios esa canción tan conocida y familiar suena diferente. Obviamente, ese matiz diferente se debe a su condición de miembro del partido oficial, donde la reserva de candidaturas congresionales y municipales ha generado turbulencias internas hasta ahora inéditas en el peledeísmo, y aunque en sus declaraciones no se refirió de manera directa y explícita a su partido, es evidente que constituyen otra crítica pública a su Comité Político. Menos diplomático fue el cantante y diputado Manuel Jiménez, quien ayer anunció su renuncia del PLD en una emotiva carta dirigida a su fallecido fundador, el profesor Juan Bosch, precisamente porque se le ha conculcado –dice– su derecho a ser elegido al impedírsele que compita por la candidatura a la alcaldía de Santo Domingo Este. Su renuncia, en realidad, no es una sorpresa, pues el diputado peledeísta no ha ocultado su disgusto con la decisión de ratiticar al actual alcalde Juan de los Santos como el candidato para el 2016, como no lo será que lo veamos anunciando su mudanza a otra organización política, pues el propio Jiménez dejó abierta esa posibilidad en su carta. Tampoco debe extrañar que la alta dirección peledeísta minimice, desde la soberbia del poder que cree poderlo todo, esa renuncia, y hasta es probable que se burlen del tono y el contenido de la carta al profesor Bosch. Pero no podrá evitar que se identifiquen con ella muchos peledeístas que se están mirando en el mismo espejo y comparten la misma frustración de Manuel Jiménez, y mucho menos que su renuncia ponga en evidencia el profundo malestar de su militancia como consecuencia de “la quiebra de la democracia interna” que ha provocado en el partido de gobierno la reserva de candidaturas.