Uno de los asuntos que tenemos por resolver en el estudio del arte rupestre aborigen de nuestras cuevas, es poder diferenciar cuándo la actitud que muestra una figura pictográfica se refiere a la aspiración de cohoba y cuándo se refiere al fumado de tabaco. No es que éste sea tan de cardinal importancia. Pero ayuda a entender el manejo de los conjuntos pictográficos

Hasta ahora, todo se ha estado asociando al uso de cohoba por aparecer estas figuras en el interior de las cuevas, asociadas éstas a su vez con la ritualidad. Por otro lado, el tabaco, como nuestro referente inmediato es su tolerancia y uso común, no le vemos tan asociado a ritual alguno en el medio aborigen.

El uso del tabaco entre la población aborigen parece que era muy común, más no así el uso de cohoba, que estaba reservado para behíques (curanderos o sacerdotes) y caciques. Según el cronista Fernández de Oviedo, el uso del tabaco se extendió a los españoles y a los esclavos africanos, más no así el uso de la cohoba, al parecer.

Oviedo describe así lo del tabaco: «Usaban los indios desta isla, entre otros sus vicios, uno muy malo, que es tomar unas ahumadas, que ellos llaman tabaco, para salir de sentido. Y esto hacían con el humo de cierta hierba que, a lo que yo he podido entender, es de calidad del beleño; pero no de aquella hechura o forma, según su vista, porque esta hierba es un tallo o pimpollo como cuatro o cinco palmos, o menos de alto, y con unas hojas anchas e gruesas, e blancas e vellosas… La cual toman de esta manera: los caciques e hombres principales tenían unos palillos huecos, del tamaño de un jeme o menos de la grosera del dedo menor de la mano, y estos cañutos correspondientes a uno… e todo en una pieza».

Citando ese uso de inhaladores parecería que se trata de la práctica de la cohoba, y hasta es posible que haya confusión en Oviedo, pues se sabe que el tabaco se inhalaba por la boca. Pero ocurre que en muchas de las pictografías que muestran esta práctica se ve una especie de bola de humo en el extremo, lo que algunos estudiosos han considerado como el plato donde se colocaba el polvo de la cohoba.

Sigue narrando Oviedo: «Y los dos ponían en las ventanas de las narices, e el otro en el humo y hierba que estaba ardiendo o quemándose; y estaban muy listos e bien labrados. Y quemaban las hojas de aquella hierba arrebujadas o envueltas… e tomaban el aliento e humo para sí, una e dos e tres e más veces, cuanto lo podían porfiar, hasta que quedaban sin sentido grande espacio, tendidos en tierra, beodos o adormidos de un grave e muy pesado sueño. Los indios que no alcanzaban aquellos palillos, tomaban aquel humo con unos cálamos o cañuelas de carrizos, e a aquel tal instrumento con que toman el humo, o a las cañuelas que es dicho, llaman los indios tabaco, e no a la hierba o sueño que les toma (como pensaban algunos). Esta hierba tenían los indios por cosa muy presciada, e la criaban en sus huertos e labranzas, para el efecto que es dicho; dándose a entender que este tomar de aquella hierba e sahumerio, no tan solamente les era cosa sana, pero muy sancta cosa… Yo no puedo pensar qué placer se saca de tal acto, si no es la gula del beber, que primero hacen que tomen el humo o tabaco. Sé que algunos cristianos ya lo usan, en especial algunos que están tocados del mal de las búas, porque dicen los tales que en aquel tiempo que están así transportados no sienten lo dolores de su enfermedad… Al presente muchos negros de los que están en esta ciudad y en la isla toda han tomado la misma costumbre, e crían en la haciendas y heredamientos de sus amos esta hierba, para lo que es dicho, y toman las mismas ahumadas y tabacos; porque dicen que cuando dejan de trabajar e toman el tabaco, se les quita el cansancio».

Para el caso que nos ocupa, pudiera ser que las figuras en las que aparecen «bolas de humo» en los extremos se trate del uso de tabaco mediante inhalación con artefactos. Y, por otro lado, las figuras que no presentan «bolas de humo» en el extremo, estarían asociadas a la inhalación de cohoba, como lo estarían también aquellas figuras donde dicha práctica se realiza de manera colectiva, en grupos o parejas, y no se presentan «bolas de humo».

En ambos casos habría que estudiar pormenorizadamente el entorno de dichas figuras y ver a qué están asociadas, tomando en cuenta siempre que ambas prácticas pudieron tener fines curativos.