Pasadizos  y alcantarillados  coloniales

Pasadizos  y alcantarillados  coloniales

POR SEGUNDO ANTONIO VÁSQUEZ
En el interior del templo de Santa Bárbara se puede apreciar, en una habitación, un pasadizo subterráneo que servía a los curas de la Iglesia para escapar cuando los piratas atacaban la ciudad.

Este es el túnel más elevado de todos los existentes en los templos de la ciudad colonial, al tener 15 metros de altura. Fue construido así porque esta iglesia  era la única que tenía en el patio una caballeriza, la cual le daba la posibilidad a los curas, en caso de un ataque pirata, de salir a caballo por el pasadizo y llegar a los montes de las afueras, que era donde estaba la salida del corredor.

Con el tiempo, cuando los asaltos de piratas cesaron, el túnel fue utilizado como catacumbas, donde se abrieron tumbas para enterrar a los sacerdotes fallecidos.

Actualmente también se puede ver el pasadizo que posee la Catedral Primada de América, el cual todavía se usa para comunicarse subterráneamente. Éste es el único que en el suelo, situado en la Plazoleta de los Curas, tiene dos construcciones de concreto con un metro de altura, cada una con tres persianas abiertas y techo piramidal de metal, las cuales permiten la entrada de aire al interior y sirven de respiraderos.

También, en la calle Mercedes número 204, está la otrora casa del dictador Ulises Heureaux (Lilís), en cuyo interior, detrás de los departamentos que están a la derecha, hay una superficie que aunque está en un espacio estrecho, tiene un curioso pasadizo interno. Éste lo forma un hueco con una curva unida a un ángulo recto, levantado con un borde enladrillado actualmente tapado con una reja, por el cual se introducía el otrora presidente Lilís para comunicarse con la Fortaleza Ozama.

Sin embargo, éste tiene una particularidad, y es que siglos atrás, cuando las familias por allí escapaban de los piratas, llevaban en una carretilla sus joyas, monedas de oro y sus objetos personales, pero su peso era tal que las ruedas de hierro dejaron marcadas las holladuras en el suelo, las que hoy existen. También es el único que tiene en el trayecto bancos de piedra que servían para los ancianos tomar asiento y hasta acostarse, en espera que se fueran los contrabandistas.

En la calle Restauración, esquina Isabel La Católica, hay un hueco cuadrado que tiene doble tapa de hierro rodeado por cuatro pilotillos del mismo metal, el cual es el primer alcantarillado colonial construido por Nicolás de Ovando en el siglo XVI, cuyo interior tiene una escalinata para bajar a una red de túneles y pasadizos que servían para el desagüe y para que los desperdicios salieran al río Ozama.

Por igual, en la misma calle Restauración, más arriba, aparece otro casi en medio de la vía, y otro en la calle Vicente Celestino Duarte, antes del cruce con la calle Isabel La Católica, ambos con doble tapa de metal.

Las aguas de muchas de estas alcantarillas estaban afectando los cimientos de la muralla, por lo que se tomó la decisión de cerrarlas, dejando sólo en funcionamiento la que se encuentra entre el tramo del Alcázar de Diego Colón y la Puerta de la Atarazana, que se aprecia del otro lado del muro, formado curvadamente y enmarcado de ladrillos con rejas.

Igualmente, en el otrora sector Jobo Bonito, situado en las calles Juan Isidro Pérez y Santiago Rodríguez, están las cuevas de San Lázaro (hoy tapadas al construirse allí los multifamiliares y la cancha de baloncesto), las cuales se formaron por la erosión del suelo y la extracción de rocas.

Estas cavidades fueron ampliadas por los colonizadores y sacerdotes hasta llevarla a la iglesia de San Miguel y al templo de las Mercedes, para ser utilizada como escape en caso de que los piratas invadieran la ciudad. Con el paso del tiempo estas cuevas sirvieron como salida de las aguas torrenciales.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas