Pasajes de la Independencia Dominicana

Pasajes de la Independencia Dominicana

El grupo de jóvenes que el 16 de julio de 1838 se reunió en la casa de doña Chepita Pérez de Paz, en la Capital, con el propósito de formar la sociedad secreta La Trinitaria, no tomó esa decisión por el hecho de que el gobierno de Juan Pedro Boyer ordenara el cierre de las galleras – entonces la diversión nacional por excelencia – y ni tampoco porque solo permitiera el juego de gallos en los campos los domingos y días de fiesta o porque limitara el pasatiempo preferido de los campesinos – la danza -.

El surgimiento de la organización a la que le tocó dirigir la lucha por la independencia nacional fue el resultado de la suma de varios factores que se produjeron en el país y en el exterior desde el momento mismo en que el mandatario de Haití pasó, el 9 de febrero de 1822, a dirigir todo el territorio de la isla de Santo Domingo.

La Trinitaria empezó a realizar sus tareas con un reducido grupo de hombres – nueve en total – y a los cinco años y cinco meses ya habían conquistado las metas propuestas. Sus miembros, liderados por Juan Pablo Duarte, hicieron lo que tenían que hacer en ese momento: Interpretar verdaderamente las aspiraciones y sentimientos de las masas, y por ello Benjamín Sumner Welles afirma que una vez “lanzado el movimiento, no tardó en recibir acogida general”.

Mientras nuestro país estuvo bajo el dominio del gobierno haitiano vivimos tiempos difíciles: a las crisis económicas y a la frecuencia con que azotaban los fenómenos naturales y las conspiraciones, se agregaba la incapacidad del gobierno para enfrentar tanto los problemas políticos como los económicos, lo que puede apreciarse en el siguiente dato: en un discurso que leyó en 1827 ante el Congreso Nacional, Boyer explicó la necesidad de disminuir los últimos impuestos por una contribución que estaría a la altura de las posibilidades individuales.

Hacia finales de la década de 1830, la producción del país había disminuido considerablemente, según afirma José Gabriel García en el tomo I, págs. 503-4, de su Compendio de la Historia de Santo Domingo (edición de los Bibliófilos, 1979). Se trata de un Informe que el jefe del departamento de Puerto Plata, general Jacques Simón, le envió el 5 de diciembre de 1839 al presidente Boyer, para comunicarle el estado general de las propiedades de la jurisdicción bajo su mando, así como el resultado de la cosecha que durante el año mencionado se había obtenido de la producción en los un mil 47 plantíos de la zona.

El Informe, en el que se hacía notar que las vías de comunicación estaban en mal estado, es el siguiente: 42 mil 610 libras de café, 12 mil 330 serones de tabaco, 5 mil 633 libras de cera; 1 mil 838 barriles de maíz, un mil 513 barriles de habichuelas (frijoles, dice García), un mil 71 barriles de arroz, 9 mil 366 galones de melado, 77 libras de algodón, y 840 barriles del sal; y los 36 cortes de caobas dieron 317 mil 543 pies; a pesar de que hubo una apreciable cantidad de piezas que no se podía medir.

Aunque al mencionar barriles en el Informe citado no indica la cantidad de maíz, habichuelas, arroz y sal que esos envases contenían, nos parece que el nivel de producción a que se hace referencia era reducido con relación a los habitantes del lugar, pues para 1839 la población de Puerto Plata, que todavía no era provincia, sería de unos 7 mil habitantes, si convenimos en que durante 12 años (1839-51) la población no experimentó variaciones significativas con relación a los 7 mil con que contaba en 1851, de acuerdo con las estimaciones hechas por Robert H. Schomburgk, entonces cónsul británico en nuestro país .

Además, los representantes de los estados esclavistas de Estados Unidos mantenían su negativa al establecimiento de relaciones diplomáticas con Haití. Sin embargo, en varias ocasiones el gobierno norteamericano envió a Puerto Príncipe agentes comerciales, pero el gobierno haitiano se negaba a permitir que esos agentes se establecieran en la parte española, y esa obstinación se llevó a extremos increíbles a raíz de que Estados Unidos nombrara en 1837 a Daniel William Carney como su primer agente comercial en Santo Domingo; al enterarse de la decisión el presidente Boyer ordenó al general Carrie, gobernador del mencionado departamento, reducirlo a prisión si intentaba ejercer cualquier función oficial.

En abril de 1825, Boyer se comprometió a pagar a Francia 150 millones de francos como indemnización debida a los antiguos colonos franceses, luego que el gobierno de Francia reconociera la independencia de la porción de habla francesa de la isla de Santo Domingo.

Boyer trató de subsanar la situación al tomar algunas medida las cuales el Estado obtuviera mayores ingresos, pero fracasaba el carecer de una organización que las llevara a la práctica. Entre otras determinaciones figuró el derecho del Estado sobre la exportación de frutos, así como los del cobro directo del impuesto territorial y los derechos de exportación sobre el café, el azúcar y el algodón que se importaran en la parte española.

Durante el año 1828, el reloj del desarrollo empezó a girar hacia atrás, pues el 28 de mayo de ese año fue aprobado el proyecto mediante el cual se ordenaba descontinuar las compras de medicamentos para los hospitales y, desde ese momento, a fin de no alterar el presupuesto de la nación, los centros de salud serían habilitados de plantas medicinales. (Continuará).

 

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