La disputa por la supremacía entre los países contendores en el Clásico Mundial de Béisbol, ha puesto en claro de manera categórica que a diferencia de otros deportes que convocan multitudes como el fútbol y el baloncesto, donde con suerte, uno de cada 20 veces, David vence a Goliath, lo cual se considera “una hazaña”, en la disciplina de las bolas y los strikes, la sorpresa forma parte central de su cultura, y el relato mítico de David ocurre con más frecuencia de lo que pudiera pensarse.
Hasta hace un par de décadas, la influencia del béisbol estaba restringida a Norteamérica, la cuenca del Caribe y algunos países asiáticos (Japón, Corea). Este hecho ha experimentado un notable cambio en la actualidad con una expansión que ya abarca los cinco continentes. El consumismo, los medios masivos de comunicación, los adelantos cibernéticos de la posmodernidad han contribuido a proyectarlo hacia su conversión en una pasión globalizada, como se ha podido apreciar en esta cuarta versión del magno evento que se celebra con notable éxito, bajo el auspicio de Major League Baseball.
Los 16 seleccionados que obtuvieron el derecho de participar en el evento tras un previo proceso eliminatorio, ha incrementado la identidad nacional de cada país participante a niveles impresionantes, donde el marketing, se entremezcla con una notable capacidad de convocatoria de un público henchido de entusiasmo y aire carnavalesco en los diversos escenarios.
Desde el inicio se produjeron algunas sorpresas. Por ejemplo, el triunfo de Israel sobre Cuba, Italia se impuso a México, Colombia estuvo muy cerca de vencer a Estados Unidos y a la RD.
Como parte del personal del Ministerio de Deportes y Recreación que encabezó la delegación en respaldo del equipo dominicano, campeón defensor, tuvimos la oportunidad de asistir al Marlins Park de Miami, donde se midieron en la primera ronda los integrantes del Grupo C, conformado por los seleccionados de Estados Unidos, Canadá, Colombia y la República Dominicana. Se puede calificar como un hecho sin parangón, la euforia y la desbordante pasión mostrada por los connacionales criollos residentes allí y los que se desplazaron de distintos lugares para abarrotar el stadium con banderas, tamboras, letreros alusivos al equipo y el país, destacándose sobre todo el simbólico “plátano power”.
De los más de 90 mil fanáticos que se dieron cita en los tres días en el Marlins Park, se calcula que más del ochenta por ciento eran dominicanos. Los nombres de Robinson Canó, José Bautista, Manny Machado, José Reyes, Adrian Beltré, Nelson Cruz, Carlos Santana, Wellington Castillo y Gregory Polanco, entre otros, eran aclamados por los alegres seguidores a cada instante.
El lanzador estadounidense Danny Duffy, dijo una de las expresiones más elocuentes al afirmar que era una de las fanaticadas más ruidosas que había escuchado, alguna vez, en cualquier lugar. Sin lugar a dudas que la marca de 3-0 sobre sus rivales de la primera ronda fue estimulada por la ardiente multitud, mayormente de residentes quisqueyanos en esa urbe regados desde temprano por calles y avenidas.
En la segunda ronda del grupo F, en su primer compromiso, el equipo dominicano, que se proyectaba como favorito, cayó ante Puerto Rico, que se impuso 3 por 1 en un partido escenificado en San Diego. El conjunto quisqueyano, que ganó el Clásico del 2013 invicto con 8-0, incluidas dos victorias frente a los boricuas, le queda en la actual ronda dos compromisos: contra USA y Venezuela, dos rivales de nivel, a los que debe vencer para mantener su aspiración de revalidar su cetro, pasando a las semifinales y finales que tendrán lugar en el Dodgers Stadium de California. Es indispensable que la ofensiva de la escuadra de la enseña tricolor se ponga a la altura que le corresponde en base a su constelación de astros. El béisbol es nuestra principal marca-país.