Pasión de Tejada es insuperable

Pasión de Tejada es insuperable

La semana pasada leí con tristeza que el reino de Miguel Tejada sobre la racha más larga de juegos jugados en las Grandes Ligas estaba en peligro. El torpedero Dominicano tuvo que salirse del juego del 11 de mayo contra de los Medias Blancas en Chicago después de tomar su primer turno porque su espinilla derecha lo torturaba.

La noticia me perturbó porque para mí, no hay nadie que personifique mejor la pasión latina por la pelota que Tejada.

No obstante su posición como uno de los mejores jugadores de nuestros tiempos, Tejada se compromete a jugar béisbol donde quiera: bajo la gran carpa, en la Liga Dominicana, o en la Serie Del Caribe. En las mayores, Tejada había jugado en 624 desafíos seguidos hasta el día 11. En nuestro béisbol invernal, había participado en partes de las pasadas tres campañas, y en las últimas tres Series del Caribe.

El Jugador Más Valioso de la Liga Americana en el 2002, y el líder de los Orioles en carreras impulsadas (25) esta temporada, no sólo le rinde tributo al béisbol con su bate y su guante, sino también comparte su amor por la pelota fuera del terreno con los fanáticos.

Eso se vio de lleno en febrero cuando Tejada rehusó abandonar al equipo dominicano durante la Serie del Caribe. Los Orioles hicieron el error de planificar un evento de promoción en Baltimore para la última fecha de la Serie del Caribe. Ellos aún no conocían bien a su nueva estrella. Dos meses antes, Tejada había firmado un contrato de 72 millones de dólares por seis años con el equipo de Maryland. Sus primeras siete temporadas en las Grandes Ligas las pasó con los Atléticos de Oakland. Para Tejada, el compromiso con sus fanáticos dominicanos era más importante que la obligación con su nuevo patrón. «Me pasé la mañana hablando con ellos», explicó Tejada sobre cómo logró que los Orioles no lo forzaran a abandonar a su equipo nacional para un juego crucial. «Entendieron lo importante que es para mi país este juego y lo dominicano que yo soy. Mi gente me apoya donde quiera que estoy y tengo que jugar en frente de mis fanáticos». Quisqueya ganó el juego y conquistó su décimo quinta corona del Caribe y su segundo en línea.

Lo que hizo Tejado no fue un acto de publicidad. Tres días antes, en la privacidad relativa del camerino, demostró de lo que es capaz para complacer a un fanático.

Ese día, Tejada se encontraba en el piso estirándose. Parecía un contorsionista en la manera en que estiraba sus músculos. La tarea requería toda su concentación y la ayuda de un adiestrador . Es una de las rutinas que lo ayuda a mantenerse

saludable. Justo cuando Tejada se preparaba a estirar los músculos de su cuello, un ejercicio en donde se acuesta boca arriba y se estira de una forma en que sólo las plantas de sus pies y la parte alta de su cabeza tocan el piso, entró, de repente, un fanático.

El intruso, quien celebraba en voz alta la victoria de México sobre Venezuela que había tomado lugar unos 15 minutos antes, parecía un loco. Al ver indefenso a Tejada en el piso, el fanático se disparó al ataque como un águila. Un tropiezo del celebrante y podía haber allí un desastre. Sin embargo, Tejada no se molestó cuando el aficionado se le acercó con un béisbol en una mano y un bolígrafo en la otra. Sin perder la calma, Tejada dejó sus estiramientos, tomó la pelota, la firmó, y se la entregó al loquito, quien de inmediato empezó un baile de alegría. Tejada regresó a su rutina como si nada hubiera pasado. El ‘revulú’ en el camerino se intensificó, pero Tejada no dejó de hacer su trabajo y de su propia manera de disfrutar de ese ambiente de béisbol.

Tejada regresó a jugar con los Orioles gracias a una intervención divina. El cielo le concedió un día de descanso. Las lluvias cancelaron el juego del miércoles en Chicago y Tejada se recuperó de tal manera que cuando regresó al campo jugó una doble tanda. Su racha está intacta.

La devoción de Tejada al béisbol es tal que es reconocida hasta por el firmamento.

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