– 1 de 2 –

He aquí unas breves pinceladas de las cosas que quiero ver antes de que pierda la memoria en mi Iglesia católica a la que amo y defiendo hasta la muerte.

1) Una renovación del Papado y de la Curia Romana Institucional, y que quede sellada para que al desaparecer el carismático Santo Padre Francisco no quede engavetada por quien sea electo como sustituto.

2) Una verdadera y profunda descentralización de la Iglesia manteniendo la Primacía del Obispo de Roma, sustituto de San Pedro en quien Jesús fundamentó la primera piedra de la Iglesia, pero que cada Obispo en su diócesis decida muchas cosas que desde la Curia en Roma nunca se van a entender. Sin embargo, mantener los sínodos frecuentes para que todo el mundo sepa lo que está pasando en cada rincón del mundo, donde se produzcan auténticas “correctio fraterna” entre ellos y no surja un loco que empiece a inventar originalidades a su antojo. Naturalmente eso mantendría la primacía del Obispo de Roma que con la ayuda de un Consejo de Cardenales nombraría los Obispos locales y siguiendo ciertas normas y pasos les pediría su renuncia en casos graves.

3) Abrir las puertas a los divorciados que deseen mantenerse fieles a la Fe en la Iglesia Católica, No eliminando la indisolubilidad del matrimonio, sino abriendo y ampliando las posibilidades de la nulidad del matrimonio que son muchísimas en el mundo real. Por ejemplo, si yo escondo algo a mi novia, que yo estoy seguro que si se lo dijera, ella se negaría a casarse conmigo, el matrimonio es nulo. Por ejemplo, una enfermedad mía o heredo familiar en mi familia, o que yo tuve un hijo antes del matrimonio (que yo sé que ella no aceptaría) o un tema económico importante, etc. Lo mismo inmadurez psicológica o presión social o familiar demostrada. Cuántos matrimonios hoy en día son nulos, que deberían realizarse de nuevo 30 años después, si se quiere continuar, pues cuando se realizo fue nulo.

Para esto debe la Iglesia legislar sobre condiciones para casarse por la Iglesia, incluyendo una evaluación médico-psicológica, edad apropiada y una investigación en la comunidad de los novios. El que no acepte todo esto, que siga viviendo sin casarse, como se usa ahora, entre muchísima gente a quien no le interesa la vida de Fe en el seno de la Iglesia, y cuando se casa es para hacer un acto social lindo en una Iglesia de moda con el cura o el Obispo que está de moda

4) Abrirle la puerta a muchos sacerdotes que se casaron y quisieran volver a participar como ministros dividiendo sus funciones entre el ministerio sacerdotal y su profesión en el mundo laico al igual que los diáconos. Muchos están anhelando ejercer su sacerdocio, pues lo abandonaron en situaciones muy circunstanciales.