Pastoral Materno Infantil, una labor que traspasa las ideologias, voluntarios llevan informacion y esperanza. Hoy/Fuente Externa 23/9/18
Cuando el trabajo en equipo es impulsado por el afán auténtico de servir, de entregar conocimientos para mejorar lacalidad de vida, las diferencias pasan a un lejano plano y la prueba más palpable es la Pastoral Materno Infantil, coordinada por la iglesia católica pero compuesta por gente de esa y otras denominaciones, incluso ateos.
Este ministerio, guiado por el padre Chochi (José Navarro), orienta a las comunidades más vulnerables sobre salud, educación, nutrición y medidas preventivas. Surgió en noviembre de 2004 como un plan piloto y tomó para afianzarce las fuerzas inculcadas por la gente a la que está dirigido, familias con preñadas y/o con niños desde recién nacidos a cinco años.
El primer grupo pasó sus conocimientos a otros y esa cadena fortaleció el programa y le dio la madurez que satisface al equipo del que es parte Yaribel Abreu, técnica de gestión que explica el funcionamiento.
Está compuesto por tres ejes, visita domiciliaria, celebración de la vida y encuentro de gestantes. Cada uno aborda temas de acuerdo con el grupo de incidencia.
En el primero los padres son formados sobre la importancia de la atención médica, la asistencia a la escuela, la prevención y tratamiento de enfermedades y accidentes, estimulación temprana, derechos y deberes, medidas ante catástrofes naturales. Mientras esto ocurre, otro grupo de voluntarios trabaja con los chiquillos en una enseñanza lúdica.
El siguiente punto es una reunión mensual de familias para instruir y pasar balance a los resultados de poner en práctica las recomendaciones.
El otro es una actividad quincenal con embarazadas a las que instruyen sobre alimentos, ejercicios prenatales, prevención de complicaciones, cambios físicos, cuidados, guía sobre lo que deben preguntar al médico, preparación para el parto, recordatorio de cita y hasta acompañamiento, y atención del recién nacido.
Luego del nacimiento hay un seguimiento en el que enfatizan en la importancia de lactar, en sus beneficios para la madre y la criatura y les enseñan a preparar las comidas, con la salvedad de que las deben suministrar al neonato solo a partir de los seis meses.
Casa por casa entre calles y callejones van los acompañantes a ofrecer su solidaridad vestida de información.
La jornada incluye entrega de vitaminas y alimentos fortificados para contrarrestar la desnutrición y material de higienización. Con lo que conjugan teoría y obra.
Eso sí, José Navarro y Yaribel Abreu aclaran raudos que la intención no es sustituir al hospital, sino dar la alerta si detectan enfermedades, y complementar.
Arriba. En estos 13 años la red ha crecido saludable y la prueba es que más de mil personas trabajan en sus comunidades en la prevención de epidemias como dengue, cólera, leptopirosis, chicunguya, difteria y otros males que amenazan a adultos y niños.
La estructura incluye 700 consejeros, que viven en sus zonas de trabajo, 300 voluntarios de apoyo, de uno a tres técnicos por diócesis, que animan al voluntariado y una coordinadora por parroquia. En el caso de Villa Altagracia la evangélica Parmenia Antonia Mercedes.
Un equipo de pediatras, ginecólogos, sicólogos y técnicos acompaña a las familias, porque la base de este plan es el bienestar físico y emocional. Capacitan a los voluntarios y consejeros, supervisan las visitas y los encuentros grupales, prepararan material e investigaciones.
¿Cómo sustentan el trabajo? Abreu responde que los fondos vienen de organismos internacionales y del Estado, que apoyan proyectos ejecutados por ciclos y aunque agradecen la colaboración, aprovecha para indicar que necesitan más, para abarcar más
“Faltan técnicos. Hay 22 personas empleadas pero necesitamos más”. Por eso reciben pasantes, en una simbiosis en la que enriquecen su formación y colaboran con la causa.