Petra Saviñón 
Palacio de la Policía Nacional.
Las muertes, sobre todo de jóvenes de barrios marginados, en supuestos enfrentamientos con agentes de la Policía, alarman a las Iglesias y a otros sectores de la sociedad, que instan a esa institución a la mesura, al comedimiento.
Entidades y personas muestran su rechazo y llaman al organismo a recordar su nombre de cuerpo de orden y a revisar sus acciones.
Irving de los Santos, de 24 años, representante de una Iglesia evangélica pentecostal, lamenta que el arma para reducir a los insubordinados la obediencia sea la de fuego y más aún, cuestiona la veracidad de muchos supuestos intercambios de disparos.
“Hay incluso acciones grabadas en las que es visible que las patrullas abusaron, y no solo matan, colocan drogas. Esto es claro, en los sectores empobrecidos, donde la voz de la gente poco es oída”, expresa
El pastor José Luis Pérez Brea, de la Iglesia Faro de Salvación Central, de San Cristóbal, ve “los llamados enfrentamientos como una manera que la Policía utiliza desde su fundación para “darle pa’ bajo’, como dicen los menores a todos aquellos que quieren quitar de en medio”.
No niega que el aumento del deterioro moral, incrementa la delincuencia pero alerta que por falta de confianza en la institución la población no la respeta.
La abogada penalista María Casilla Ferreras condena la lentitud de los procesos contra los “uniformados” excedidos en sus funciones y que las investigaciones sean encabezadas por una comisión de la propia Policía, convertida así en juez y parte.
“Lo más difícil es que den resultados. Ahora mismo mataron a una muchacha dizque cuando perseguían delincuentes. Un agente dispara cuando su vida corre peligro, no antes”, manifiesta.
