Pataleo patriótico contra unificación de la isla

Pataleo patriótico contra unificación de la isla

Fabio Herrera Miniño.

Las grandes potencias que inciden directamente en el hemisferio no le sacan el guante de la cara a los dominicanos para que accedamos a convertirnos en los protectores de los haitianos. Así les resolvemos sus problemas ancestrales que van desde ignorancia hasta las enfermedades más variadas y agresivas que pueden albergar un ser humano.

Esa posición compulsiva de Estados Unidos, Canadá, Francia e Inglaterra que como la gatita de María Ramos tira la piedra y esconde la mano, todas a una presionan, ya sea abiertamente o sutilmente a los gobiernos dominicanos para que asuman la carga impuesta por una vecindad no muy agradable activa por cinco siglos de convivencia angustiosa y temerosa de la agresividad de los vecinos de occidente ya demostrada en el siglo XIX.

Las relaciones insulares de los dos países no han sido las más normales, primero con las ocupaciones francesas y luego las haitianas en la isla Española cuyos descubridores abandonaron a su suerte cuando se terminó la riqueza aurífera visible y disponible. Surgieron las dificultades para seguir extrayendo el metal del subsuelo.

Se contaba con una población acostumbrada a una vida sin sobresaltos ni invasiones de otros conglomerados humanos vecinos.

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La población autóctona de la isla Hispaniola mermó relativamente en menos de 20 años hasta que a un fraile español se le ocurrió la idea de traer los nativos de África como esclavos y someterlos a vejámenes mas severos a los que estaban sometidos los nativos de la isla de Santo Domingo.

La población africana se multiplicó rápidamente en la Española y en pocos años fueron definiendo sus características de control con lo poco que ya quedaba de la raza indígena. Para finales de 1600 establecieron una sólida colonia, la más rica de Francia y en 1804 lograron independizarse con el exterminio de la raza blanca de occidente. No aprovecharon adecuadamente la cultura y civilización que los franceses habían sembrado en ese tercio de isla. Ellos veían cómo sus vecinos orientales eran cada vez más pobres y con una menguante población. Esta parte de la isla también fue repoblada con los africanos traídos de su tierra y la mayor parte llegaba diezmados y enfermos.

Cuando la mayoritaria población negra de Haití se dividió en sus orígenes y en un momento intentaron formar tres reinos al estilo francés pero al final quedaron con una corte en el norte y un país en el sur. Cristóbal y Petión eran los jefes y ya con Toussaint anteriormente a 1804 habían ocupado y ocuparon la parte española con una severa represión de que hizo huir masivamente a la población criolla de oriente hacia las islas vecinas produjeron su ocupación a una posesión permanente y trataron de borrar todo vestigio de la cultura española con el cierre de las iglesias y de las escuelas y represión de la población pese a que los haitianos justificaban esa ocupación porque muchos colonos españoles se lo solicitaron.

De una manera pacífica los haitianos inundan el territorio dominicano con una presencia abrumadora y aceptada por unas autoridades sin fuerza moral para evitarlo ya que son los favorecidos por ese trasiego humano indetenible.

El supuesto ejército dominicano con una gran mayoría de sus miembros, con sangre haitiana en sus venas, acepta los sobornos a raudales que les llega a sus manos.