Patología social

Patología social

Nos asalta la impresión de que los dominicanos estamos bajo los efectos de una preocupante patología psicosocial que se manifiesta con expresiones de extrema violencia en desproporcionada respuesta a nimiedades comunes, frecuentes en el diario vivir.

Es nuestra reflexión ante acontecimientos como el que costó las vidas de tres jóvenes el miércolas de la pasada semana, en una balacera en el estacionamiento de una discoteca, y el que dejó saldo de cuatro muertos este domingo en el populoso sector de Villa Faro.

El hecho de que citemos esos dos casos no significa que sean las únicas muestras de violencia desproporcionada con balance de pérdida de vidas.

En lo que va de año hemos cultivado bastante fruto de esta patología social a través de sucesos verdaderamente groseros y lamentables.

El hecho es que hay una proclividad a la violencia que parece desbordar lo razonable en cualquier sociedad que padezca  problemas existenciales como los nuestros.

Por eso y previa confesión de que agotamos un ejercicio de profanación, de intrusismo, nos hemos atrevido a colocar esta situación en el casillero de patología psico social. Que los expertos se encarguen de enmendarnos la plana, pero, fundamentalmente, que se empléen a fondo en la elaboración de un diagnóstico y la correspondiente receta.

Se suele asociar la abundancia de armas de fuego en manos del público a esta situación, y es innegable que ese factor contribuye innegablemente a la expresión de violencia. Sin embargo, hay que observar con mucho cuidado el detalle casi axiomático de que antes que el disparo se produce la actitud de quien dispara, la voluntad de disparar, que se elabora o tiene lugar en la mentalidad que “da la orden” de disparar.

Hay personas que han portado armas durante decenios y nunca las han esgrimido para resolver tonterías cotidianas. Esto nos indica que hay que hacer una depuración más minuciosa y rigurosa para otorgar permisos para tenencia y porte de armas.

Definitivamente hay que hacer un trabajo en la mentalidad de la gente, que es cada vez más violenta, más inclinada a “resolver”, a “no barajar pleitos”. Hay que luchar contra esa patología psico social que nos está dejando estos balances trágicos.

Una tarea

Una reseña del matutino Diario Libre da cuenta de que la mayor parte de una flotilla de vehículos adquiridos por la Secretaría de Interior y Policía para ser entregados a la Policía Nacional está paralizada por falta de repuestos.

Es relevante  el hecho de que, según la misma reseña, Interior y Policía insistiera en adquirir ese modelo de vehículo a pesar de que el representante local de la marca advirtió que carecían de repuestos en el al menos en el país.

Sería interesante saber si la selección de esa marca fue el resultado de una licitación pública, y si así fuere, por qué se pasó por alto la advertencia del representante local de la marca, en relación con la dificultad para adquirir repuestos.

El país tiene derecho a saber cómo ha podido ocurrir que se adquiera una flota de vehículos sin seguridad de repuestos colocados en el país, y con cuáles criterios han sido manejadas estas adquisiciones y qué justificación hay en cada caso.

En aras de la transparencia que frecuentemente se predica desde el Gobierno, es prudente que estas cosas queden bien claras. ¿A quién corresponde esta tarea?

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