Patología social en la política

Patología social en la política

José Miguel Gómez

Se estudia si el país se conecta y se adapta a políticos enfermos

Desde la primera república hasta la tercera, cada confrontación y cada circunstancia creada, fueron productos de conflictos personales de grupos y de problemas psicoconductuales y de personalidad del liderazgo dominicano.

En 1844, los procesos independentistas contra la invasión haitiana se había logrado, pero los liberales de entonces, y los conservadores prefirieron negociar con las colonias, enfrentarse en sí, dividirse y crear un proceso de maledicencia social contra el propulsor de la independencia, la identidad y libertad del pueblo dominicano: Juan Pablo Duarte.

Pero también, en la guerra de restauración, después de vencer a los españoles en una revolución tan compleja, terminamos sin el proyecto de nación y sin la consolidación democrática volviendo a manos del conservadurismo.

Al igual pasó después del magnicidio a Trujillo y de la guerra del 65, en cada proceso se terminó en manos extranjeras y de los grupos élites y del conservadurismo tradicional, todo producto de la patología política dominicana.

El trastorno bipolar tipo II de Pedro Santana, con sus cambios de estado de ánimo, su inflexibilidad y rigidez, producto de las limitaciones cognitivas, su egocentrismo, personalismo, prejuicios y la falta de habilidades sociales para entender las circunstancias, terminó siendo manipulado, influenciado y dividido por los conservadores.

En cada proceso para organizar el proyecto de nación, el pensamiento o la actitud de los liberales fue de actitudes emocionales negativas para responder en función del país, del desarrollo, y del bienestar social; resultando siempre las divisiones, confrontaciones y buscando ventajas personales.

El trastorno antisocial de personalidad, de Buenaventura Báez, Ulises Heureaux y Rafael Leónidas Trujillo Molina, tres dictadores que marcaron por décadas el comportamiento social dominicano a través de sus patologías personales, logrando establecer un sistema de creencia, de comportamiento y de resultados sociales que, aun cientos de años después, ha quedado registrado como una patología social, debido a que los actores políticos sociales, los grupos de incidencia, las elites y el liderazgo, repite y refuerza patrones de comportamiento social de siglos XIX y XX: nepotismo, divisiones, corrupción, violaciones a las reglas y ordenes establecido, personalismo, grupismo, reparticiones, exclusiones, violación al estado de derechos, y negociando el patrimonio nacional, etcétera.

Sin embargo, cuando vamos evaluando el comportamiento del liderazgo dominicano, después de la desaparición de la dictadura trujillista; los conflictos por los grupos y partidos políticos, son la expresión del temperamento, carácter, personalidad y patología de los líderes que, de los resultados psicosociales, ideas, pensamientos y configuraciones de un proyecto de nación, de un resultado como país o de una identidad o perfil del dominicano y del proyecto de país que deseamos construir, defender y proyectar.

Cada espacio conquistado, ganado y defendido por los resultados de revoluciones, de crisis, de confrontaciones y procesos, no se ha articulado un proyecto de nación, de sociedad y de instituciones fuertes, respetadas, valoradas que reproduzcan un comportamiento político-social que se exprese dentro de una cultura de beneficencia, de ética, moral, o modelo inaceptable en una sociedad organizada, transparente y de sistema de consecuencia.


En su mayoría, como todos los seres humanos, el liderazgo dominicano ha tenido resultado psicoemocionales producto de sus patologías, temperamento, carácter, rasgos y limitaciones en la personalidad. Unos más sanos, otros más disfuncionales y más dañinos en lo emocional, lo social y lo espiritual.


En las patologías sociales, se estudia si el país se conecta y se adapta a políticos enfermos, o si los políticos con patología son los que se entienden, conectan o se adaptan a las condicionantes psicosociales morbosasde una sociedad enferma y difícil de readaptar a un nuevo aprendizaje político-social. Repetir los mismos comportamientos y obtener resultados parecidos a siglos XIX y XX habla de la patología social en la política dominicana.


Aún queda pendiente desmontar un sistema de creencia distorsionado y limitante de que los países latinoamericanos tienen tendencia a repetir y circular los mismos patrones de conducta producto de su atraso socioeconómico, cultural y político.

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