El principal referente escrito de la Revolución de Abril es el periódico Patria cuya colección no solo se encuentra en el Archivo General de la Nación sino que la conservan algunos constitucionalistas y personas que aunque ajenas al hecho simpatizaron con el movimiento. Dolientes de las víctimas atesoran el ejemplar en el que aparecen sus difuntos.
Muchos atribuyen su fundación y dirección al periodista Ramón Alberto Ferreras (Chino) pero en el directorio no figura su nombre. Quizá el reconocido comunicador empleaba el pseudónimo de Tulio Carvajal, quien figura como director. Pocos saben quién es, o era. Es inexplicable, sin embargo, la relación que hacen combatientes y lectores de aquel momento con Ferreras y la aguerrida publicación. María Mercedes Jiménez aparecía como administradora.
Un recorrido por sus páginas obliga a preguntarse cómo podía ofrecer informaciones tan precisas de aquellos funestos acontecimientos, ilustrar con fotos, dibujos, caricaturas, buscar y colocar anuncios, incluir artículos, editoriales, colaboraciones de figuras muy respetadas y hasta reportes internacionales en medio de fuegos cruzados, asaltos, estruendos de ametrallamientos, amenazas de avance de los enemigos y otros sucesos preocupantes.
Traía además una Página literaria en la que se publicaban trabajos de escritores de la talla de Pedro Mir, Juan José Ayuso, René del Risco, Rafael Emilio Sanabia, Juan Ulises García Bonnelly…
“Patria es un periódico destinado a servir consecuentemente al pueblo dominicano en esta hora trágica en que el invasor extranjero viola nuestra integridad territorial, pisotea la Soberanía Nacional, humilla, asesina y pretende prostituir a nuestra población indefensa”, era su lema.
Circulaba todas las mañanas y aunque no lo dice, se tiraba en la imprenta Enriquillo, en la calle Isabel la Católica.
Entre sus secciones más recordadas estaban “Traidores a la Patria”, que presentaba supuestos contrarrevolucionarios, asesinos, delatores, contrabandistas, ladrones, proyanquis.
Concho Primo, que joroba, por Siño Ambrosio; Noticias del interior, La República Dominicana y el mundo, De aquí y de allá, Galería de mártires, eran otras secciones así como la Galería de Patriotas con fotos de revolucionarios de todos los niveles sociales, militares y civiles, incorporados a las refriega.
Galería Infame era lo contrario: dirigida a que “el pueblo no los olvide”, refiriéndose a los execrables protagonistas de las fotos.
Héroes anónimos traía imágenes de personas del pueblo que servían a la causa como cocineros, enfermeros, practicantes de medicina, encargados de almacén.
Historia gráfica de la Guerra patria tenía como dibujante a Orlando Díaz F.; los textos eran del doctor J. O. Viñas Bonnelly.
A fines de septiembre de 1965 comenzó a publicarse Historias de los comandos.
Entre los anunciantes estaban Caribbean Motors y pagaban espacios pagados la Sociedad Industrial Dominicana, la UASD, Corporación de Fomento Industrial, el Ayuntamiento del Distrito Nacional y la librería-papelería Casa Cuello, que en uno de sus comerciales resaltaba ser la única de la ciudad que había permanecido abierta “al servicio del pueblo, de la Revolución y sus relacionados comerciales y sociales a pesar de las balas, bazookas y morteros”.
Es probable que en medio del fragor de los combates los nativos experimentaran fugaces momentos de risa al leer las definiciones del “Diccionario”, prácticamente de nombres de personas para ser definidas. Viriato Fiallo, Rafael Bonilla Aybar, “Ramoncito Cáceres”, Armando Cordero, Pedro Gil Iturbides, Alcides Castro, Roberto Copello eran parte de algunos contenidos con sus significados que generalmente comenzaban con Dícese del tipo indigno, golpista, bruto, cara dura; prototipo del hombre que se vende al mejor postor; pertenece a la familia de los traidores; sinónimo de estafador y ambicioso. Lo esperan en el Conde cuando esto acabe. Una de las descripciones más fuertes estaba al lado de Donald Reid Cabral, definido como “Híbrido de escocés, banilejo y santiaguero”.
Salían colaboraciones de Luis de la Fuente, Tirso Mejía Guzmán, José Mariano Peña, Julio de Peña Valdez, Héctor J. Díaz, Aldo D. Arias, José Martínez Peguero, Tony Batista, Enriquillo Henríquez, Darío Meléndez, Rafael (Fafa) Taveras, Salvador Barinas, Niño Cruz, Mirna Santana, Luis A. Javier, Ángel Moreta Aguasvivas…
Al pie de páginas figuraban consignas que rezaban: ¡Yanquis, go home! ¡Quisqueya sí, yanquis no! ¡Yanquis jamás! Tarea básica de la paz: prepararse para la guerra; Para organizar los comandos: ¡Disciplina militar!
Se vendía a cinco centavos que en junio aumentaron a 10.
Una nota de humor era la columna Morterito y Bazuqita, por Orlando Díaz F. En verdad, de cómico solo tenía las caricaturas. Los chistes eran irónicos contra las figuras nefastas de la contienda.
Se publicaban fotografías de dominicanos, sobre todo mujeres, compartiendo con los intrusos, acusados de ser, además, “viles colaboracionistas de Imbert Barrera”.
Patria estaba del lado de los constitucionalistas y quizá el fervor puesto en la defensa de la soberanía, la condena a la intervención norteamericana y a los militares y civiles contrarios al movimiento producían los calificativos con que denominaba a los considerados enemigos. Eran frecuentes hasta en la redacción de las noticias.
De impacto. El más importante valor histórico de Patria radica en sus informaciones que permiten inventariar nombres de desaparecidos, asesinados, caídos en combate o alcanzados por balas perdidas. Son incontables las víctimas de las que recoge lugares, fechas y la forma en que los asesinaron o los alcanzaron tiroteos.
El hospital padre Billini, la clínica Abel González y otros centros de salud, el cementerio de la avenida Independencia, los escasos templos abiertos, la fortaleza Ozama convertida en Plaza de la Constitución, el edificio Copello donde estaba el Gobierno Constitucionalista, los líderes civiles y militares, las calles, escenarios de protestas y desfiles, eran las fuentes invariables de este imprescindible medio de la Guerra.
Evidentemente, figuras diarias eran también Pedro Bartolomé Benoit, presidente de la Junta de San Isidro, y Antonio Imbert Barrera, del Gobierno de Reconstrucción Nacional, y los jefes e integrantes del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA) aunque el tratamiento no era elogioso. Estos, como el alto clero católico, recibían fuertes críticas.
Felizmente, la colección de Patria que se encuentra en el AGN fue digitalizada, pues de tanto consultarla corría el riesgo de deteriorarse.
No hubo acontecimiento que quedara en el tintero. El arte que pudo exhibirse y hasta el boxeo que quizá se celebró en una tregua fugaz. Patria da cuenta de una “Comisión de Boxeo y Lucha Libre Constitucionalista”. Pero en su contenido primaba lo político y por sobre todo, la Revolución, el pueblo, la nación. En una de sus tiras habituales aconsejaba: “El deber del patriota es hacer que el soldado enemigo muera por su patria”.