Patria Quisqueya Ana Concepción – La cosecha de Angela Peña

Patria Quisqueya Ana Concepción – La cosecha de Angela Peña

«Media Naranja concentra y traduce grato inicio mañanero que, en valiosa diversidad temática nos provee y activa al especial seguimiento; mucho más sugerente cuando en temprana hoy y de salida al traba, traduce e importantiza breve llamada telefónica de mi atenta sobrina Raisa que condensa en tres especiales palabras: «¡Procura leer a Angela!» y cierra.

Profunda e invariable sensación, cálidamente emotiva y restropectiva al sentimiento, invariable me invade como especial y latente anticipo a la preferencia lectura de la «Media Naranja» de Angela Peña, que traduce y retrotrae patético y compartido momento: La despedida que consagró fraterno adiós y eterna despedida un inolvidable 5 de Marzo por ambas compartido con la apreciada presencia del distinguido escritor y consecuente amigo, doctor Rafael Molina Morillo.

Perdurable al recuerdo, tiene presencia en la inextinguible trayectoria de cinco transcurridos años que no se pierden, ni ha borrado el tiempo.

Como parte de especial significación, Angela Peña, sobresaliente escritora, transita y consolida valiosos y apreciados empeños que, a través de su leída columna, ágiles y adecuadamente sustentados, coherentes y oportunos, promueven al interés y apreciado seguimiento.

Así, enriquecida vocación motiva amplias metas que, estimulantes, traduce dúctil capacidad, como adecuada cosecha que, en feraz sembradío, inspira hermoso rendimiento consagrador.

Angela Peña vive, transita y sirve enriquecida plenitud laboriosamente importante, útil, como adecuado exponente que, preciso, oportuno y orientador al servicio que, mayormente, favorece la dúctil capacidad y talento que concentra y oculta profunda modestia.

Que, inesperadamente -y tan solo al cálido y soterrado rumor- concentra, vibra y detona radicalizada fuerza opositora que, a través de su apreciada columna rechaza con apasionada vehemencia el que parece consensual propósito al meritorio reconocimiento que parece sugerir su nombre al elevado sitial como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia.

Me sorprendió tanto la inconcebible actitud que pretende invalidar la posible y muy adecuada inclusión de la distinguida escritora -que se autointitula da «simple comunicadora», lo que analíticamente armoniza su radicalizada oposición que, al solo rumor de su inclusión enalteciente, sorprende y conlleva explosiva reacción de total rechazo -que a su modo de autoaprecio-la imposibilita acceder al sugerido reconocimiento. Que me resisto asimilar, y admito no comprender, mucho menos admitir ni compartir, la radical oposición que, con revitalizante energía invoca la destacada columnista de «Media Naraja» con denodado y sugerente empeño, cuánto le faltaría aportar -y así lo parece radicalizar su indomable modestia- cuando alude y antepone carencias, que procura importantizar consustancialmente formal y rotundo rechazo, que, con reiterativo propósito, antepone a los valiosos aportes que, amplia y en diferentes aspectos, asume exitosa labor, de amplia y justificada aceptación, que, soterrado al consenso, es sugerente rectoría que, oportuna y consolidadamente capaz, conlleva y dignamente acumula y distingue, a quienes, a través de su apreciada labor, propenda y proyecte benéfica expansión cultural del país.

La inmensa modestia que, ampliamente y con enérgico rechazo asume la brillante autora de la degustada y más procurada «Media Naranja» mañanera, que reproduce y traduce el valor cultural de Angela Peña, -de mi más elevada consideración, admiración y aprecio- no le da, ni creo adecuado derecho, al rechazo -al que, radicalmente e inoportunamente se opone- a digno y merecido reconocimiento de quienes procuran premiar y enaltecer los valores que, digna y ampliamente consagran la expresividad motivadora que integra, representa y consolida lo nuestro.

Que asume legítimo y apreciado valor que, digno y ampliamente consagrador, multiplica y traduce amplia y ubérrima cosecha que, perdurable, asume fortaleciente realidad, creciente e inextinguible al tránsito que ambienta pletórico aval que, indestructible realidad, activamente pletóica, incentiva y avala el disfrute y aprecio que, la consagra dignamente ser:

¡Ella misma!

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