VLADIMIR VELAZQUEZ MATOS
Puede que para algunos suene demagógico y hasta chauvinista el hecho de querer rescatar a través de imágenes pictóricas todo el acervo histórico y cultural de nuestro pueblo, pero viviendo en estos tiempos de «globalización» en los cuales conceptos como «patria» representan, según los áulicos y alabarderos del moderno sofisma, una retranca, un absurdo demodé, de quienes amparados en esas efímeras modas que las metrópolis culturales a la fuerza imponen, es entonces cuando advertimos que cualquier esfuerzo en ese tenor, es decir, el de promover los valores autóctonos, digan lo que digan los dizque «conocedores», es una labor la cual se debe apoyar firme y consecuentemente por todo el mundo.

El arte es el medio más idóneo para llegar a la conciencia de los pueblos, para poder sensibilizarlo haciéndolo participe de sus propios valores, singularidad y riqueza, en fin, es una herramienta de exaltación para descubrir nuestro espacio en el mundo y grandeza.

Y eso se ha hecho siempre, desde los frisos y bajorrelieves en la antigua Mesopotamia, pasando por los murales egipcios, los monumentos griegos y romanos (hay que recordar las grandes obras conmemorativas como los arcos de triunfo y columnas como la de Trajano), hasta llegar al Renacimiento con las obras cumbres de la Sixtina o las estancias vaticanas; en el siglo XX explota de manera extraordinaria con el muralismo mexicano, muy a pesar de algunos insignes detractores (Octavio Paz, Martha Traba, etc.) en donde los pinceles de Rivera, Orozco y David Alfaro Siqueiros, desentrañaron el alma de su pueblo cantando con inmensa belleza sus glorias y no pocas tribulaciones.

En nuestro país, aunque nunca hemos tenido lo que se llama una sólida trayectoria en esa temática, esto es, los murales históricos o alegóricos a los hechos que nos identifican, salvo uno que otro caso aislado, un grupo de soñadores y gente preocupada por el devenir de esta sociedad, se han enfrascado en una hermosa y enaltecedora tarea, y es la de llevar a través de lienzos lo que ha sido nuestro discurrir como entidad nacional, desde los originarios pobladores hasta nuestros días.

Es eso precisamente lo que está haciendo la Fundación Patria Visual bajo los auspicios de la Secretaría de Estado de las Fuerzas Armadas y Banreservas, todo ello gestado y dirigido por ese trinitario de formación y corazón como lo es Sócrates Suazo, en una exhibición que será un verdadero parteaguas, un hito, próxima a inaugurarse el día 25 de los corrientes en el Museo del Hombre Dominicano y simultáneamente en todas las ciudades cabeceras del país con reproducciones de las obras a participar: «Lienzos de la Identidad Dominicana», en donde algunos de los más conotados cultores de la plástica nacional tales como los maestros Cándido Bidó, Guillo Pérez, Marianela Jiménez, Nidia Serra, Cuquito Peña, Ramiro Matos, Alberto Bass y muchos más, a través de pinturas de gran formato, manifiestan el orgullo de la dominicanidad con sus gestas heroicas más emblemáticas además de los patriotas y mártires que con inconmensurables sacrificios crearon esta patria nuestra.

Esta magna obra sin precedentes en la plástica nacional, es a la vez, además de un rescate de esos valores e idiosincrasia que nos caracterizan, la manera idónea de devolverle el puesto de privilegio a la pintura, después del descalabro de cómo algunos maliciosos e irresponsables han intentado hundir al arte plástico nacional enarbolando la pobreza del llamado arte o anti arte de vanguardia o posmoderno (porquería falsamente conceptuosa y sobrevaluada), prohijador de tanto disparate que ha enlodado, sin poder conseguirlo del todo, el oficio serio del artista.

Por tanto, es importante que todo el público dominicano apoye esta sobresaliente muestra que organiza Patria Visual, a fin de elevar el nivel espiritual de un país y una sociedad que seriamente necesita que se trabaje en sus valores más fundamentales y trascendentes, tal como los que enarbolaron los trinitarios y Juan Pablo Duarte a la cabeza por un mundo mejor.