Madrid. España. Quienes dudan de los finales felices, deberían conocer la historia de Patricia Mercedes López y Juan Carmona Vargas. Había una vez una muchacha linda, inteligente, buena, pero triste. Estaba en la fase final de su tesis, el requisito final para concluir su licenciatura en Educación Infantil, pero no conseguía estar plenamente feliz. La distancia de Julie, su hija quien vivía en La Romana con su madre, le impedía la felicidad completa. Era madre soltera y deseaba vivir con su hija, pero no ganaba lo suficiente..
Cuando una familia española residente en Casa de Campo solicitó a un especialista en cuidado de niños especiales, una amiga de Patricia la recomendó para el puesto. Patricia resultó ser la elegida.
La niña y la señora. Tal vez el esmero y amor con que Patricia se entregó a cuidar a la niña, -que en realidad tenía 45 años pero por el síndrome de Down se comportaba como una pequeña de ocho- determinaron que aquel día la señora, como Patricia llamaba a la madre de la niña, le propusiera irse a España con ellos a cuidar a la niña.
Por un lado, era un contrato seguro, le permitía ir a otro país de forma legal, ganar más y adquirir más experiencia. Pero también significaba alejarse más de Julie, y estar todavía más sola en un país lejano. Pero el sueño de darle a su madre y a su hija una mejor vida le dió fuerzas para subirse al avión aquel primero de agosto del año 2005.
La señora mandó a Juan, su mano derecha, a recoger a Patricia en el aeropuerto y ayudarla a instalarse. Cuando vi a Juan me di cuenta de su don de mando, de que él era distinguido entre los demás empleados y dije: a este me lo entro yo en un bolsillo, recuerda Patricia.
Sólo amigos. Con el tiempo Juan comenzó a percibirla como una muchacha que merecía ser bien tratada. Como muchos inmigrantes, los primeros días de Patricia en España estuvieron llenos de tristeza y nostalgia. Juan se percató de eso y decidió prestarle más atención.
Así nació una linda amistad entre ellos. Los días libres se los pasaban juntos y salían al cine, a comer helado… Eso bastó para que Juan se enamorara de Patricia. Pero ella sólo estaba dispuesta a ofrecerle amistad y así se lo hizo saber.
Amor a quinta vista. Patricia tuvo que viajar a Santo Domingo para graduarse y en esa separación fue cuando comenzó a descubrir que quería a Juan más que como amigo. Cuando volvió a España y vio como una empleada nueva en la casa coqueteaba con él, Patricia decidió confesar su amor. Afortunadamente, los sentimientos de Juan continuaban iguales. Al no saber cómo la señora tomaría la relación entre ellos, le pidió a Juan que mantuvieran todo en secreto.
Felices para siempre. Tras cinco años de convivencia, ya Juan y Patricia no tienen que esconderse de nada ni nadie. Y se asumen una pareja plenamente feliz. ¿Cómo no serlo si ya su amor retoñó? El primero de noviembre del 2009 nació Juan Carlos, un bebé hermoso y risueño que ya hoy día tiene 15 meses y hace justamente una semana aprendió a caminar.
Y como si esa alegría fuera poco, meses después, justamente el 23 de enero, tras concluir un largo papeleo, Juan y Patricia se casaron legalmente.
Además, ya hace varios años que gracias a una milagrosa carta de invitación ella pudo traer a su mamá y a su hija Julie, por lo que actualmente la familia está completa y feliz.
Zoom
Todo por amor
Tenía mucha confianza con él, por eso le hablaba de todo, incluyendo de mi vida sentimental: pero de repente noté que cuando yo decía que me gustaba una cualidad en un hombre inmediatamente Juan buscaba llenarla, cuenta Patricia a carcajadas. Fue por eso que Juan se inscribió en el gimnasio, comenzó a usar corbatas, dejó de fumar y se compró unos zapatos de tacones, todo para ser ese hombre fuerte, formal, que no fuma y alto con el que Patricia soñaba.