Patricio: ejemplar revolucionario haitiano

Patricio: ejemplar revolucionario haitiano

FIDELIO DESPRADEL
Murió Patricio, ejemplar revolucionario haitiano. Lo conocí en 1966. Fue en Villa Juana, en la casa de doña Lucía (Nina) Polanco, la viuda de Pasito Polanco, un dirigente del 14 de Junio muerto por la metralla norteamericana el 15 de junio de 1965, defendiendo «las aduanas». Salido fortalecido de la guerra de abril, el 14 de Junio tenía una amplia red de relaciones en el extranjero. A través de nuestros delegados en Europa nos llegó un pedido de colaboración para el Partido de los Trabajadores Haitianos (PTH).

La casa de doña Nina era utilizada por mí y otros dirigentes del 14 de Junio como refugio en los duros años de 1966 y 1967, cuando la contrarrevolución perseguía a muerte a los revolucionarios. Aquella noche me reuní con aquel singular revolucionario, quien a nombre de su organización solicitaba el apoyo del 14 de Junio para realizar sus planes revolucionarios en Haití.

Patricio y sus dos compañeros nos solicitaron que les facilitara su entrada clandestina en el central romana y en el ingenio Barahona, para ellos integrarse como obreros agrícolas, y desde allí, una vez se transformaran en auténticos obreros de la caña, y habiendo establecido relaciones de trabajo y amistad con obreros haitianos en los bateyes de ambos ingenios, ingresar a los campos haitianos, en uno de los tantos convoyes de trabajadores, que eran repatriados a su país, luego de terminada la zafra. Los apoyamos militantemente. Patricio fue introducido clandestinamente a uno de los bateyes del Central Romana, y Clarel y el otro dirigente del PTH lo fueron en el Central Barahona.

Patricio era médico, con una especialidad en cirugía en universidades europeas. Creo que Clarel también, y el otro compañero, que hoy es profesor universitario en la Universidad Central de Haití, era economista. Corrían los días de la Gran Revolución Cultural en China, y tan sólo dos años después, el «mayo francés», en 1968, estremeció los cimientos de la dominación en la Europa capitalista.

A principios del año 1968, Patricio y yo volvimos a encontrarnos. Aquel cirujano graduado en las universidades europeas estaba totalmente cambiado. Era un bracero más, con el cuerpo curtido por el trabajo duro y las penalidades, las manos encallecidas y la piel marcada por sus pasos por los cañaverales. Tenía el plan de trasladarse al ingenio Esperanza (provincia Valverde), desde donde podría cruzar hacía Haití con más facilidad. Me entregó una lista de necesidades: un anafe, un caldero; plato y cuchara; y no recuerdo que otros utensilios. Nos despedimos emotivamente. En esa conversación me dijo una frase con la que encabecé mi trabajo en el primer número de la revista marxista Nuevo Rumbo, en 1972: «Nuestro Movimiento (se refería al PTH) confía mucho en los revolucionarios dominicanos, particularmente en el 14 de Junio… pero ustedes, los revolucionarios dominicanos, no son concretos… no han empezado a caminar con sus propios pies», me dijo Patricio en aquella emotiva despedida.

En el año 1973, Samuel Roché, revolucionario haitiano, combatiente de abril que en el 1980 fue raptado en nuestro país, y asesinado, me pidió que pasara, en la noche, por su trabajo (era sereno de la impresora Alfa y Omega, de Miguel Cocco), y cuando hube de entrar, desde la penumbra de la noche, se me apareció Patricio. ¡Inmensa y feliz sorpresa! Se había convertido en un obrero agrícola, y desde los campos de Haití dirigía para aquel entonces a un pujante Partido de los Trabajadores Haitianos (PTH), con el cual hubimos de desarrollar una larga y fructífera relación, tanto desde Nuevo Rumbo como del MPS, la organización marxista que hubimos de fundar, junto con Roberto Duvergé, Nelson Moreno Ceballos, Radhamés García, Juan Gómez y muchos otros revolucionarios.

Volví a ver a Patricio en 1980 y 1981, cuando él asistía a las reuniones extraordinarias del Comité Central del MPS, ya que era nuestra tradición que podían enviar delegados a participar en nuestras reuniones, conferencias y congresos. Después volvió a sumergirse en Haití.

Finalmente, en 1986, con la salida intempestiva de Baby Doc de Haití, Patricio nos solicitó que entrenáramos algunos cuadros militares de su partido, para estar preparado para las luchas que les esperaban en Haití.

Lo volvía a ver cada dos o tres años, cuando él atravesaba la frontera para realizar actividades en nuestro país. Esta mañana me informaron que había muerto unos días atrás, víctima de un infarto fulminante en Puerto Príncipe, Haití. Con la muerte del hermano de lucha desaparece un revolucionario singular en muchos sentidos del término, como singular es la realidad de Haití y su convulso e incierto devenir. Compartí con Patricio incontables episodios, también muy singulares, de mi vida como revolucionario. En la próxima salida de la revista Antes del Amanecer voy a publicar un trabajo que el marxista haitiano escribió para la Revista Nuevo Rumbo en la década de los 70, y allí hablaré más extensamente del hermano entrañable.

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