Patrones de conducta

Patrones de conducta

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Uno de los atracadores del mayor general retirado Sierra Pérez ordenó a su cómplice: tírale, mátalo. Como si se tratara de un animal que te ataca y te molesta. Ello, para sólo poner un ejemplo. Por ahí anda una madre dolorosa apellido Acta cuyo hijo fue atropellado por un auto (si no recuerdo mal) y quienes lo mataron gozan de libertad, de la vida y de los placeres que ésta puede dar.

Quienes mataron al joven Rodríguez, mientras sostenían una competencia de carreras de carros en horas de la noche en la avenida 27 de Febrero, han sido amparados por la autoridad que conoce quiénes fueron los irresponsables.

No sé la frecuencia con la que se cometen delitos en el país, porque no he levantado la información, pero es seguro que cada hora una persona es agredida, asesinada, muerta, atracada, asaltada, violada, golpeada, dejada por muerta, chocado su vehículo.

Dentro de esa misma hora, alguien es estafado con ofertas de visados seguros, oficiales, para Estados Unidos o Europa, con actas de nacimiento falsas, con cédulas alteradas, con certificados de buena conducta fabricados en los lugares donde se falsifican pasaportes y visas extranjeros.

Dado que las horas de los delincuentes son tan largas, hay que incluir en ellas el tráfico de drogas, el dejar pasar los estupefacientes, por las fronteras marítima, aérea y terrestre.

Debemos añadir el contrabando de todo tipo de tejidos, bebidas, comestibles.

Y ni hablar del tráfico interno, y desde el exterior, de armas de fuego de todo tipo.

Hay que ampliar el abanico e incluir el tráfico de influencias, las obras de grado a grado, los sobresueldos escandalosos, injustos, indecentes demostraciones de ejercicio del «ahora o nunca; esta es mi oportunidad».

Todos hemos visto cómo el muchacho del barrio, el inquieto, el audaz, el que enfrentó a la policía en las movilizaciones del liceo, en las marchas de la universidad, los días de huelgas nacionales, el tiguerito que vivía arrimado donde sus padres, pues aunque profesional universitario era un incapaz, ese, ese mismo, ascendió en el partido adulando, limpiando sacos, con una «lealtad» interesada, falsa pero bien disimulada. Se mudó a poco de comenzar el gobierno.

Ahora ministro, director general, jefe de compras, contratista, mira hacia el otro lado para no tener que ver sus amigos de antes. No creo que sea vergüenza.

A ningún lector le extraña este rosario de delitos descrito más arriba.

Sabemos eso y mucho más.

Cada tipo de delito descrito tiene un patrón que, aunque conocido, antes no se practicaba con la misma saña, con el mismo descaro, con el mismo desprecio por la vida humana o por el qué dirán.

Ahora no importa. Esos patrones son los del día, los de hoy.

Todo, porque no hay justicia, porque la administración de las leyes no es correcta, porque la corrupción sólo la detiene el respeto a los valores morales.

Olvidan que «tanto va el cántaro al agua, hasta que se rompe» Y el día que se rompa lo primero que hay que hacer es justicia. Nada más, pero a todos, no sólo a los pobres.

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