Paul Giudicelli, siempre vivo 50 años después…

Paul Giudicelli, siempre vivo 50 años después…

El famoso historiador y crítico de arte Clement Greenberg, emite un juicio al respecto de los artistas de mediados del siglo XX, que haríamos nuestro en el arte dominicano: “Los héroes de la escultura y de la pintura de ese período se autodefinen a sí mismos frente a una verdadera formación de seguidores, ya desde los primeros tiempos, (…) se mantuvieron, y se mantienen todavía como auténticos héroes.”

Así mismo, los “héroes” dominicanos de la época se autorrealizaron en un arte de liberación, auténtica, certera y valiente, y se mantienen como tales… Paul Giudicelli, héroe sobresaliente nuestro en la pintura nacional, corresponde a esta propuesta y definición.

Por razones de fuerza mayor, no pudimos asistir a la tertulia que dedicaron brillantemente a Paul Giudicelli el Museo Bellapart y Myrna Guerrero, pero queremos, en un brevísimo perfil, evocar su vida, su obra y su memoria, tanto más que la fecha ha coincidido con otra conmemoración, un nuevo aniversario –el número 41– de Casa de Teatro, siendo Freddy Ginebra Giudicelli sobrino del artista, y que le reverencia, admira y ama como si estuviera vivo.

De Paul Giudicelli. Nacido en San Pedro de Macorís en 1921, medio siglo después de su muerte a destiempo Paul Giudicelli continúa siendo un pintor totalmente contemporáneo en el sentido actual. De no haber partido este maestro en el 1965, el arte nacional habría seguido un cauce distinto: quienes lo afirman no son pocos. Él fue un dibujante autodidacta precoz y estudió tarde en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Desde su primera exposición individual, relativamente tardía también, en 1953, causó impacto en la crítica. Luego, Giudicelli presentó siete individuales más, participó en colectivas, dentro y fuera del país, ganó premios en tres bienales nacionales consecutivas y en el concurso de arte E. León Jimenes.

Un cáncer atroz se lo llevó, en el alba de la libertad dominicana, y cuando él hubiera podido alcanzar el reconocimiento internacional que le negó la dictadura de Trujillo.

¡Objeto de auténtica y legítima veneración, su extraordinaria trayectoria profesional duró menos de quince años!

Trujillo le impidió salir del país, proyectarse y ciertamente provocar el interés allende las fronteras nuestras. Laureles para su memoria, él fue designado recientemente Premio Nacional de Artes Plásticas a título póstumo.

Cultor de una figuración extremadamente libre, siempre centró sus investigaciones formales y su imaginación creadora en la cultura vernácula.

Paul Giudicelli conjugó, temática y aun matéricamente, tres legados ancestrales: el amerindio, el afroantillano y el hispánico, en un arte de ruptura que fascina y, más que nunca, desconcierta maravillosamente por su compromiso y audacia.

En sus obras no hubo representación ni objetos, sino signos, complejos, depurados y elaborados, que afirman una originalidad sincrética increíble en el arte dominicano para esa época.

Su repertorio formal integra dibujo y pintura, ambos fundidos en una construcción a la vez enérgica y orgánica, tensa y ritmada.

A primera vista, sus cuadros, de pigmento seco con un predominio a menudo negruzco, pueden ser austeros, pero al detenerse la mirada, se iluminan mágicamente.

Nos quedamos absortos ante esa expresión atemporal y atípica, neo-figurativa y abstracta, expresionista y geometrizante– también emparentada con el cubismo analítico–.

Ciertamente, en el arte de Paul Giudicelli hay una síntesis y despliegue estilístico, un mestizaje triunfante, un componente mágico-fantástico, que son profundamente originales e incomparables en la historia del la plástica caribeña… y más allá de la región.

Ahora bien, nunca será tarde para rendir internacionalmente justicia a la inmensidad de Paul Giudicelli, siempre que nuestro país se lo proponga…

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