Pautas prácticas para un buen ejercicio periodístico

Pautas prácticas para un buen ejercicio periodístico

Los manuales de estilo y de ética periodística exponen muy buenas pautas para lograr un ejercicio profesional serio y con credibilidad, pero es la experiencia la que permite a través de los años trazar ejemplos prácticos de cómo lograr ese fundamental objetivo con contenidos bien elaborados y debidamente sustentados, más allá de teorías y postulados.
La cuestión comienza con un enfoque filosófico si quienes se inician en el ejercicio entienden que es una noble profesión, desde la cual pueden contribuir a causas de gran provecho social para el afianzamiento de la libertad, la democracia, la justicia, los derechos humanos y la convivencia armónica en sociedad.
Pero para que puedan ser verdaderos entes promotores de esos valores deben esforzarse siempre en ser, en primer término, fieles e intransigentes en la adhesión a sus conciencias y principios y luego identificar y defender los elementos que permiten realizar un periodismo serio y orientador.
Otro aspecto fundamental es que siempre deben practicar el escepticismo y la duda razonable ante todas las situaciones que se les presenten, antes de asumirlas como verdades irrefutables y divulgarlas con sentido de orientación y credibilidad. Solo de esta forma evitarán en alguna medida ser confundidos o utilizados por los intereses, no siempre diáfanos y legítimos que se mueven en cualquier escenario.
El compromiso invariable debe ser con el público en general y en ningún caso con un sector o grupo en particular.
El cotejo y la verificación exhaustiva de los datos y la representación más amplia y equitativa de todas las aristas en la elaboración de una información o reportaje son parte esencial de una regla de oro que debe guiar en el quehacer cotidiano.
Otra provechosa recomendación es rechazar cualquier inclinación a la arrogancia y no dejarse seducir por alabanzas y reconocimientos. El periodismo es una profesión para servir y si algún poder tiene, ha de ser utilizado para proveer informaciones de utilidad e interés general, además de impulsar campañas en pro del mejoramiento de la calidad de vida y combatir todo aquello que afecte la coexistencia respetuosa y civilizada
Hay que aceptar de buena gana todas las rectificaciones y las opiniones ajenas, siempre y cuando sean formuladas con el debido respeto y rechazar con inquebrantable firmeza las presiones, las amenazas y las insinuaciones maliciosas de quienes buscan desacreditar o silenciar un periodismo veraz, objetivo y crítico.
Además, se aconseja ser cuidadoso, si es preciso hasta la necedad al medir y proyectar el alcance y las implicaciones de cada información, sobre todo en lo que tiene que ver con algo tan sagrado como la honra de las personas, pero esto no debe implicar, en modo alguno, temor ni la inadmisible autocensura.
Igualmente importante es rehuir el mal hábito de contaminar las noticias con juicios propios, por más justos y acertados que se consideren. Lo conveniente es que sean los destinatarios de las informaciones quienes se formen sus opiniones a partir de los detalles que reciben. Mientras éstos tengan la mayor rango de amplitud posible, mejores, más precisos, acercados a la realidad y diversos serán los juicios y conclusiones a que puedan llegar.
Para que cumpla efectivamente su propósito moral y de apego a la integridad, la ética periodística no puede quedarse tan solo en una prolija enumeración de normas contenidas en un papel colgado en una pared o aislada dentro de una oscura gaveta. Tiene que ser parte integral en cada una de sus actuaciones, tanto en el ámbito profesional como en la vida personal.

Otro elemento digno de ser tomado en cuenta es buscar historias que destapen lo que se trata de ocultar y en cada caso potencializar el valor de los hechos contra las especulaciones y la llamada post verdad, como plantean los fundamentos de los premios de periodismo Ortega y Gasset. Al seguir estos lineamientos básicos en alguna medida puede guiarnos a lo esencial de las cosas, investigando a fondo, sin sesgo, exclusiones deliberadas ni objetivos ulteriores, las informaciones que sean servidas al público.