Paz palestina en Ginebra

Paz palestina en Ginebra

El día primero del presente mes de diciembre, sesionando en Ginebra, Suiza, unos 400 palestinos e israelíes, aprobaron una iniciativa de paz para Palestina, con el propósito de lograr un entendimiento mutuo, equilibrado, justo, permanente y seguro tanto para el Estado de Israel como para la Autoridad Nacional Palestina y su inexorable evolución, tarde o temprano, mejor lo último, al añorado Estado Palestino, sin cuya formalización nunca habrá paz en la convulsa región.

El ex-ministro de Justicia del Estado hebreo, Yossi Beilin, representó, si puede expresarse así, la parte israelí del problema, mientras que por los palestinos, el representante fue el ex-ministro de información de la ANP, Yasser Abdel Rabbo.

De manera informal, los convocantes propusieron fórmulas formales, sensatas, viables, reales, para superar el diferendo que por 55 años, trenzan las disputas entre palestinos y judíos por la preeminencia de un solar que las dos etnias reivindican como heredad de sus ancestros.

Heredad que debe y tiene que ser compartida no en base al fanatismo, sino considerando el vínculo del jus solis, además del jus sanguinis, que interactúan entre las dos etnias, surgidas del patriarca Abrahán con su esposa Sara, padres de Jacob, a la vez que Abrahán con su esclava Agar, padres de Ismael, patriarca de la progenie árabe.

Es el gran desconcierto transmitido a la humanidad en que dos pueblos hermanos por la sangre paterna, sean incapaces de convivir en paz, armonía, cooperación, señalando cada uno, de mutuo acuerdo con el otro, sin la mediación de organismos internacionales, qué porción del área de los ancestros debe asignársele a cada quien, para que, antes de la guerra de Armagedón, truequen armas por arado, como señala el libro de Revelación que acontecerá, cuando Yavé irrumpa con gran brillo y gloria, para hacer justicia a la creación de la criatura que más amor ha demostrado siempre.

Son siete los puntos, número de suerte, considerado por la tradición, delineados en la Iniciativa de Ginebra, que contó con la presencia del ex-presidente Jimmy Carter, artífice de Camp David 1979 entre el premier israelí Menachen Begin y el rais Yasser Arafat, por lo cual los tres merecieron el palmarés de la Academia de Ciencias de Noruega en la versión del Nobel de la Paz.

El ex-presidente de Polonia, Lech Walesa, el ex-premier italiano Massimo D’Alema, y otras personalidades é intelectuales, inclusive un mensaje del ex-presidente de Africa del Sur, Nelson Mandela, y la aprobación del presidente de Francia, Jacques Chirac, leído en la sesión por su representante, Simone Veil, dieron luz verde de aprobación a la Iniciativa de Ginebra, que en la versión del ex-presidente Carter, «es la única alternativa a esta iniciativa es la continuación de la violencia».

El premier británico Tony Blair, en cambio, estimó la iniciativa ginebrina de paz para Palestina interpretando la adopción de decisiones difíciles en el marco de la dormida Hoja de Ruta, iniciativa de la cosecha del presidente George Bush Jr., apoyada por el Cuarteto que integran USA, Rusia, Unión Europea y la ONU, que debió y debe ser aún un Quinteto añadiendo a Francia, ó un Sexteto incorporando al Reino Unido.

Fronteras delimitadas a antes de la guerra de los Seis Días de 1967; colonias judías en territorio de la ANP entregadas a palestinos; retorno de la diáspora palestina de 4 millones; la Ciudad Vieja de Jerusalén capital del Estado Palestino y los barrios de colonización creados luego de 1967, la capital del Estado judío; anulación total del terrorismo porque no habrá motivos para incurrir en él; liberación de presos por ambas partes.

Esas sugerencias, que debieran incorporarse a la Hoja de Ruta, no perjudican a nadie y benefician estrictamente a las dos partes, sobre todo, si quien las garantiza en su accionar pleno es El Cuarteto, con el aval y la voz cantante principalísima de USA, sin lo cual, no habrá decisión duradera nunca en Palestina ni tampoco, es evidente, en ningún punto de la aldea global.

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