PDSS: Una gradualidad excluyente

PDSS: Una gradualidad excluyente

RODOLFO NÚÑEZ-MUSA
No cabe duda que el largo trayecto para construir un sistema de salud humano y humanizado ha sido largo y tortuoso; desde pensar en la soñada reforma del Sector Salud hasta lograr la integración desinteresada y solidaria de todos los segmentos de la sociedad que de una forma u otra trazan las líneas de seguimiento en esta ruta al progreso sanitario.

El acceso a las prestaciones sanitarias debe hacerse en condiciones de igualdad efectiva. Ninguna gradualidad excluyente es justa y aunque se clame por el retorno a la línea de la legalidad, es más importante hacerle saber a los usuarios que tienen derecho a esa igualdad. Por tanto, el Sistema Nacional de Salud, con sus funciones y deberes, guarda la responsabilidad de los poderes públicos para asegurar el cumplimiento de ese derecho de la población conferido por la ley y por la Constitución.

Ahora bien, regular las prestaciones no significa mutilarlas o recortarlas para que quepan en un maletín. Si ello fuera absolutamente necesario, pues las compensaciones sociales deben ser el rigor o la repuesta inmediata. Sin embargo, por ninguna parte se ve la regulación, más por el contrario, la propuesta gradualidad fracciona el acceso de la población a los prestadores y les limita para obtener el alivio a sus eternos problemas de salud.

Aunque el PDSS ahora propuesto, ese pedazo del todo, es mucho mejor que lo que se ofrece en la actualidad (si Dios quiere hasta el 1 de junio), no es menos cierto que está muy lejos de la verdadera conquista por la salud que fue la concepción de un Plan Básico universal, solidario, suficiente y de calidad. Si bien los dos últimos aspectos pueden tardar en ser alcanzados, los dos primeros no deben ser negociables.

Si queremos ser justos empecemos por visualizar que el pueblo que ha esperado ansioso el encuentro con la puerta del bienestar exige más atención puntual, menos dispersión de sus recursos, sí, de sus recursos: los que aporta con cada centavo que entra el sistema por cualquier vía de recaudación.

La comunidad nacional tiene puestos la fe y los ojos en la sensibilidad de las autoridades actuales para que garantice la satisfacción de sus necesidades en atención al supremo derecho de la Igualdad que ha sido violada insistentemente, pero sólo en detrimento de los más desprotegidos.

el inicio del Seguro Familiar de Salud del régimen contributivo es un logro en sí mismo, pero la deformación de su propósito y la ceguera voluntaria de quienes sólo ven monedas en donde hay enfermos, traería -más temprano que tarde- el colapso financiero y el descrédito nacional de la tan luchada Ley de Seguridad Social, que a pesar de sus errores y distorsiones, es una ley. Salvo que eso sea lo esperado, finalmente.

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