Nadie dijo que sería fácil; tampoco se dijo que sería tan difícil, andar por el camino hacia el progreso y más difícil aún… conseguirlo. Demasiadas ilusiones han desbordado los discursos políticos; muchos sueños nos han vendido; un optimismo a veces infundado, ha sido el actor protagonista de la novela que nunca termina, y de la que seguimos esperando un final feliz. Los dominicanos son felices, aunque piedras nunca han faltado en su camino para estropear su felicidad.
Los dominicanos han luchado mucho, han sufrido mucho; piedras van y piedras vienen. Piedras de colonización, piedras de invasiones, piedras de guerras, piedras de dictaduras, piedras de intereses individuales, y piedras de corrupción han llenado el camino que nos lleva al progreso; y lo que nos ha costado tener que mover cada una de esas piedras sólo lo sabe, aquel que conoce la historia de su país y se levanta cada día para dar lo mejor de sí por su Patria.
Nuestro progreso ha tardado, los pasos que damos son cortos y además tenemos que agacharnos a mover las piedras que encontramos en el camino; pero para consolarnos, al menos debemos considerar que caminamos hacia delante, despacito como la tortuga; y podríamos caminar hacia atrás como el cangrejo.
El progreso llegará cuando desde los lugares más encumbrados, se utilicen esos puestos para hacer cumplir las leyes, se procure justicia y régimen de consecuencias para todos. Luego de estas “pequeñas” acciones, el progreso aparecerá casi por arte de magia…