Pedro Bartolomé Benoit

Pedro Bartolomé Benoit

Ha fallecido en Santo Domingo el mayor general retirado, de la entonces Aviación Militar Dominicana, Pedro Bartolomé Benoit, después de pasar varios meses aquejado de quebrantos de salud, que afectaron sensiblemente su cuerpo y su alma, porque la vida lo colocó en situaciones difíciles, pero que como hombre disciplinado, asumió con toda la responsabilidad que entrañaba para esa época llevar el uniforme de coronel de nuestras Fuerzas Armadas.

Su bien ganado prestigio frente a la tropa se inicia, cuando regresa de un curso en el exterior cargado de conocimientos que de inmediato puso en práctica en los talleres de mantenimiento de nuestra Aviación Militar, siendo el único que sabía hacer soldaduras de aluminio a nuestras naves aéreas, por lo que sus servicios fueron requeridos por todo aquel que en las proximidades de nuestro espacio aéreo o marítimo se veía precisado a realizar correcciones en naves aéreas o marítimas.

En el año 1956, fue designado Oficial de Mesa para administrar y suministrar los alimentos a la tropa, siendo a juicio de los entendidos en la materia uno de los mejores o el mejor Oficial de Mesa que hasta ese momento habían ocupado esas delicadas funciones, si tomamos en cuenta la cantidad’ de soldados, la calidad de los alimentos servidos y las exigencias de la época, además de otros factores que no vienen al caso señalar.

Por sus condiciones humanas y sus ascendencias sobre la tropa, fue escogido para indicarle a los soldados el fin del régimen de las 30 años, para que la soldadesca asimilara sin mayores tropiezos el cambio que se originaba en la conducción de la nave del Estado porque no podíamos perder de vista que la mayoría de esos soldados habían nacido y se habían forjado con la dirección a un solo norte, pero al decírselo había que saberlo decir, sin crear suspicacias ni malos entendidos.

Cuando estalló el conflicto bélico del 1965 y tomando en cuenta sus condiciones antes señaladas, este militar fue escogido para formar junto a otros un gobierno colegiado que diera paso a elecciones, pero las cosas no salieron como se esperaban y nuestro hombre de uniforme regresó al cuartel a seguir con sus actividades habituales, con las que había adquirido méritos suficientes para vivir en paz el resto de sus días.

El general Benoit se fue de este mundo, dejando a una familia buena, pero sin fortuna, con un legado intangible de valor incalculable como lo es la honradez que normó su vida y que le hará recordar como hombre a toda prueba, hasta en los momentos más difíciles. No hizo fortuna, porque en aquel tiempo el militar no estaba tocado de esa tentación, solo nos mantenía el ego, la vocación de servicio y la satisfacción del deber cumplido, de todos modos, al Gran Dios que juzgue sus actuaciones, que de seguro habrá de salir bien ante la mirada inquisidora del Creador del Mundo.

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