POR JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
LOS TOROS.- En esta pequeña y laboriosa población a orilla de la carretera Azua- San Juan Maguana, nació un feliz día un niño que precisamente se llama Pedro Feliz.
Criado y hecho hombre en este humilde caserío de unos ocho mil habitantes el hoy Big League de los Gigantes de San Francisco, vive aquí como pez en el agua.
La envidiable condición física de Pedro, que por demás suelen tener todas los peloteros de los Grandes Ligas no es nada comparada con su extraordinarias condiciones humanas, aptitud ésta de la cual carecen muchos de esos atletas.
Pedro Feliz terminaba la temporada del norte viene a descansar a este bello rincón, casi en la falda de la cordillera central, a uno 30 kilómetros de Azua.
Aquí pasa sus días como uno más, compartiendo con sus amigos de infancia, abrazando uno a uno para felicitarle por el Año Nuevo, como lo vi hacer en los alrededores del colmado-cafetería Los Toros.
Aquí ha hecho Pedro una espléndida residencia que no es la casa de Pedro Feliz, es la casa de su madre doña Cándida Noboa, que él la hizo en el mismo solar donde se encontraba la humilde casita donde él nació.
A pocos metros de esa residencia, en la misma calle hay otra no menos bella y confortable que tampoco es de Pedro, es la casa que el le regaló a su hermana Lida Feliz.
Este hombre ejemplo para la juventud se ve cada mañana montado en su bicicleta rumbo al play del poblado donde hace prácticas de bateo.
Rafaelito, nuestro amigo de Los Toros y nieto de May, cuando iba o venía del conuco, azada al hombro, contábame con inaudita elgría !José, he hablado en el play con Pedro Feliz por más de 15 minutos¡.