PEDRO JULIO EVANGELISTA

PEDRO JULIO EVANGELISTA

POR ÁNGELA PEÑA 
En su rostro es patético el desencanto. Sus palabras son el reflejo de un hombre amargado, embargado por la decepción. Está en la lucha por la libertad del pueblo dominicano desde la dictadura de Trujillo, cuando manifestaba su oposición al régimen desde la Cuadra Barrial de San Carlos, que dirigía Baldemiro  Castro y desde entonces ha estado vinculado a todos los movimientos patrióticos, como dirigente obrero, político, sindical, deportivo.

Entre clandestinidad, cárcel, organización de huelgas, llamados a la lucha, este espíritu revolucionario que lleva la piel curtida por el trabajo de pesador de caña en los bateyes Higüeyana, Altagracia, Sabana  de Bernardito de la Cruz, Copey, Lechuga, Marchena, Santa Fe, Central Romana y Plumita, tuvo tiempo para servir al país en diferentes gobiernos durante 27 años y, sin embargo, jamás ha sido favorecido con una pensión. Nunca ha visto reconocidas sus actuaciones a favor de la democracia.

Pedro Julio Evangelista Escanio sufre por él, aislado y marginado en el ensanche Espaillat, separado de su madre a la que no puede ayudar a sobrevivir, y por sus compañeros de abril de 1965, de POASI o de FOUPSA, del Movimiento Popular Dominicano, de Vanguardia Revolucionaria, que hoy ven también pasar sus vidas sumidos en olvido y pobreza.

Máximo López Molina, Andrés Ramos Peguero y Cayetano del Prado fueron sus máximos líderes cuando militó en el MPD y se dirigía a la calle Estrelleta a recibir instrucciones. Del primero dice: “Se siente que fue defraudado, se considera víctima del abandono por los grupos por los que luchó. Él fue el primero que arriesgó su vida en la República”. Sobre el actual destino de López Molina abunda con el conocimiento que le confiere una relación profunda que se prolongó hasta años después de que este decidiera quedarse a residir definitivamente en Francia.

Después cuenta su relación con Horacio Ornes, Hostos Guaroa Félix Pepín, Néstor Caro y William Pimentel y otros que le acompañaron en la resistencia antitrujillista. “Poníamos letreros, hablábamos en contra del régimen, recibíamos volantes desde Venezuela. Baldemiro murió porque quiso prolongar la lucha armada en la Revolución”, refiere.

Evangelista recuerda sus destierros que sólo tienen de grato los poemas de Juan Llibre que oía en emisoras de Puerto Rico.

Con Mauricio Báez

“Mi inquietud política en la Era de Trujillo se debía a que en mi casa no se hablaba bien del régimen. Mauricio Báez estaba casado con mi tía Mercedes Crispín, con quien procreó dos hijos, Cristina y Porfirio Antonio Báez, por lo cual nuestra familia era acosada por los servicios de inteligencia. Ingresé al PRD en 1964, en un acto masivo de obreros portuarios apadrinados por la heroína Yolanda Guzmán”, relata.

Tras varios años como activista de FOUPSA, primera organización obrera creada después del ajusticiamiento, Pedro Julio Evangelista dice haberse convertido en uno de los dirigentes obreros más destacados después del Golpe de Estado al profesor Juan Bosch, en 1963, unido a Miguel Soto, Marcos D. Vargas, Julio de Peña Valdez, Alfredo White, Gabriel Ventura Decena, Saúl Pérez, Barbarín Mojica, David William hijo, Ricardo Disla, Chichí Eusebio, Juan Medina, Luis Conde Guzmán, Enrique Hungría, Audelina Castillo, Enrique D’Orville, Gilberto Antonio Peña, Mario Sánchez Córdova, Quírico Valdez, Félix Alburquerque, Almanzor González Canahuate, Julián Peña y el actual vicepresidente de la República, Rafael Alburquerque.

Por varios años dirigió el programa “Laborista”, por Radio Universal, Radio Comercial, Radio Cristal, Onda Musical y RPQ, de orientación a los trabajadores. Casi era fijo en el Centro Social Obrero, frente al parque Enriquillo, en su empeño por crear conciencia en esa clase.

Participó en el movimiento cívico que derrocó al Gobierno de Donald Reid Cabral y fue de los primeros en llamar al pueblo “a que bajara al Baluarte del Conde”, a través de un megáfono. “Acudían centenares de personas atendiendo al llamado, pero por la Radio Constitucionalista el coronel Caamaño me invitaba a que pasara al Palacio de Gobierno, ubicado en el Conde, para tratar asuntos importantes”. Bonaparte Gautreaux Piñeyro, dice, lo recibió para manifestarle que suspendiera la manifestación porque el gobierno tenía conocimiento de que había grupos infiltrados para ametrallar y provocar un baño de sangre”.

Tenía conciencia de un delator en el jeep en que viajaban Yolanda Guzmán, Luis Reyes Acosta, el chofer, él y otros, que informaba a Rafael Bonilla Aybar, desde el Palacio, confiesa. A esa persona, que identifica por nombre y apellido, “yo le tenía desconfianza, me desmonté del vehículo”. Eso le salvó la vida.

Él sabe de otros delatores cuyas señas de identidad no oculta, como el periodista, hoy figura de la televisión con varios años en ese medio, que lo denunció cuando salía de llevar una declaración a El Caribe. “Llamó a la Policía Secreta para que me apresara, pero al que se llevaron fue a Julio de Peña Valdez, y mientras yo forcejeaba para ayudarlo, ese periodista me señaló: ¡ese es Evangelista!”. Fue una de las tantas veces que fue apresado.

“Cada vez que había una huelga me buscaban, pero estuve más tiempo preso cuando conspiraba, armado, contra el Triunvirato, aunque también fui encarcelado en el Consejo de Estado. Tenía la idea de unificar el movimiento obrero”. En otra ocasión lo confundieron con Marcos D. Vargas y mientras éste era llevado a la cárcel, Pedro Julio se ocultaba en las casas de Rafael Alburquerque, el empresario Mario Lama, doña Zaida Lovatón, entre otros. “Estoy vivo por la protección divina, porque algunas veces me salvé enfrentándome a tiros, a pesar de esa lucha a favor del pueblo, ahora me ignoran”, expresa desalentado.

Durante la contienda de abril Evangelista estuvo en el comando Libertador, de Poasi, en el mercado. “Lo dirigía Vargas, el actual secretario de Poasi”. Su experiencia en la contienda es extensa. Ahí conoció a Sucre Félix, intendente del gobierno constitucionalista, que “cuando el comando Poasi tuvo que abandonar su puesto de mando por el avance de las tropas norteamericanas, conseguí con él comida, frazadas, y nos instaló en el local de Radio Cristal. La última vez que lo vi fue en España, en 1968, hoy, ese coronel está olvidado, ciego, sin una verdadera protección”

Lamenta que en la exposición sobre la guerra instalada en el Parque Independencia, no figurara una sola foto que recordara la participación del movimiento obrero organizado, como también el ver reflejado a Gerardo Marte al lado de Caamaño en los momentos más difíciles, no obstante, “la última vez que lo vi fue en la avenida Abraham Lincoln, traté de auxiliarlo al cruzar y no quiso, pero en su rostro le conocí el disgusto. Hace poco que murió olvidado”.

PERFIL

Pedro Julio Evangelista, que nació en 9 de agosto de 1936 en el hospital San Antonio, de San Pedro de Macorís, hijo de Ramón Antonio Crispín e Isabel Escanio, aceptó el cargo de Ayudante Civil para Asuntos Sindicales del Presidente de la República en 1974, “cuando me vi con familia”, llevado donde Balaguer por Isidro Santana, empresario del transporte. Luego, al ganar el PRD, fue Asesor de Molinos Dominicanos. Los cuatro años de Salvador Jorge Blanco los pasó como Vendutero Público, apadrinado por Fulgencio Espinal y Balaguer lo ratificó cuando volvió al poder.

“Al llegar el Partido de la Liberación Dominicana me cancelaron a pesar de la relación de amistad con Miguel Cocco, que pertenecía a los “Corecatos” y participábamos en los movimientos políticos conspirativos”, exclama.

César Cedeño lo llevó como Asesor en Asuntos Deportivos, en el último año de gestión de Hipólito Mejía. Nunca más ha conseguido trabajo.

Este consagrado promotor de boxeo profesional, autor de varios libros, fue también maestro en el batey Plumita y el Central Romana, y afirma que está en capacidad de desempeñar cualquier posición que se le asigne. “Nunca pensé que así sería el final de mi vida. Lo que más me duele es no poder ayudar a mi madre, que tiene 98 años”, significa.

Hace poco, envió una carta exponiendo su situación, solicitando su pensión, y cuando volvió en busca de respuesta le informaron que el destinatario recibe miles de cartas diarias. “Es un reclamo justo que estoy solicitando, después de 27 años en la administración pública, apegado a los principios cristianos de respetar los bienes ajenos, aparte de mis aportes en la lucha por el desarrollo democrático del país”.

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