El presidente de la República Argentina, Néstor Kirchner, dirigióse al director del Fondo Monetario Internacional en la recién terminada Cumbre de las Américas, definiendo la política de su país sobre la deuda externa. Díjole que el objetivo de la economía argentina era crecer, no pagar.

El primer mandatario sur-americano habló con firmeza y dignidad. No suplicó ni empleó sutilezas al establecer, inequívocamente, la política de su país frente a los usureros extranjeros. Sentó así, un ejemplo poco usual en esas reuniones internacionales en las que el lacayismo predomina y donde los ejecutivos presentes, formulan patéticas declaraciones y lamentos sobre la pobreza que es imposible de reducir con las nefastas políticas fondomonetaristas neocoloniales de la globalización neoliberal, que ellos aplican.

Kirchner, con una firmeza que debería ser emulada por nuestros gobernantes, resolvió, sencillamente, el dilema de crecer o pagar. No es posible hacer ambas cosas a la vez y está claro, que para pagar es preciso crecer primero ya que solo el crecimiento económico crea el capital necesario para poder pagar. Lo contrario, es decir pagar a expensas del crecimiento económico, descapitaliza a las naciones y a los Estados nacionales, profundizando la pobreza y la dependencia. Por esa vía, en efecto, se crea un círculo vicioso de pagos y endeudamiento permanente y progresivo cuya carga recae sobre la población, a expensas del consumo y de los servicios sociales, acabando en la cesión de los activos y de los mercados nacionales al capital internacional, que completa de tal modo, su fase de dominio mundial.

En la República Dominicana, cuando nos demos un gobierno que represente al interés nacional, esa debería ser nuestra política frente a la deuda externa.