Pedro Manuel Casals Victoria – No mezclemos a Haití

Pedro Manuel Casals Victoria – No mezclemos a Haití

El diputado Pelegrín Castillo, de la Fuerza Nacional Progresista, se encuentra en los Estados Unidos, participando en las negociaciones del Acuerdo de Libre Comercio (TLC) con el gobierno de ese país y ha hecho revelaciones y advertencias muy importantes.

Ha dicho Pelegrín, que la jefa de la delegación dominicana, Sonia Guzmán de Hernández, utiliza indebidamente la tragedia del vecino pueblo haitiano como elemento de negociación para obtener mayores concesiones de parte de los Estados Unidos en un acuerdo donde ellos tendrían la parte del león y las empresas nacionales, pocas ventajas y grandes perjuicios probables.

Esa táctica es innoble, ya que intenta sacar provecho de la desgracia de un pueblo abatido por el caos político, el colapso económico y el mayor desvalimiento social.

Además, es obviamente peligrosa para la soberanía, la integridad territorial y la identidad de la nación dominicana ya que pérfidamente, implicaría la aceptación por nuestro país de la emigración ilegal haitiana y su eventual nacionalización. En efecto, lo que esa negociadora, está diciendo al Gobierno de Washington, es lo siguiente: «Arrójennos algunas piltrafas en el TLC y a cambio, nos encargamos aquí de los haitianos».

Tal actitud no es nueva. Ha sido exhibida por personas y entidades asociadas al proyecto de traición que promueve la haitianización de nuestra República, disfrazándola de un beneficio aparente como sería la ayuda financiera internacional o las condonaciones de deuda. Ante esa estratagema fusionista de traidores, los patriotas dominicanos como Pelegrín, han propuesto otra alternativa cónsona con el interés nacional. Sostienen, que los problemas de Haití son exclusiva competencia de la comunidad internacional y que la República Dominicana no puede soportar esa carga que se manifiesta en indigencia pública, proliferación de enfermedades, desplazamiento de mano de obra dominicana, abaratamiento de salarios, deforestación y otros males.

Por tanto, el gobierno del Presidente Hipólito Mejía debería dar una opción inequívoca de ética y patriotismo y de respeto al interés nacional, advirtiendo públicamente, que el problema haitiano no debe ser empleado para procurar ventajas comerciales dominicanas y que corresponde solo a la comunidad internacional, ayudar a Haití.

Voy más lejos. Debería el Presidente destituir a Sonia Guzmán y reestructurar y reorientar su equipo negociador al que los empresarios nacionales creen instrumento dócil de la voluntad hegemónica de Washington y carente de motivación nacional. Un acuerdo de libre comercio pactado en tales condiciones desventajosas, podría ser catastrófico, arrasando con todo lo que queda en pie de la empresa productiva y el empleo nacional.

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