Pedro Méndez

Pedro Méndez

En las entrañas del Sur profundo, agreste empobrecido, frente a la hermosura del Lago Enriquillo, surgió un hombre de baja estatura, escasas libras y rostro sereno, henchido de una gigantesca vocación emancipadora. Le llamaron Pedro Méndez y le decían “Pedro Reunión” o “Pedro PCD”, el de Los Ríos de Neiba.
De tesón campesino, capaz de sacarle precarios alimentos a las rocas para sobrevivir en la miseria, sus ojitos brillantes develaban un talento singular y una pícara sabiduría autodidacta combinada con una sensibilidad social ilimitada.
En medio de la efervescencia política de los 60 y 70, por pura intuición y sentido de justicia, Pedro fue abrazando la causa de la libertad y la emancipación social al compás de recurrentes luchas comunitarias motivadas por las zozobras de las familias que habitaban los barrios empobrecidos, la orilla del Lago Enriquillo y las montañas aledañas. Precisamente en esas lides se encontró con las ideas socialistas del Partido Comunista Dominicano-PCD para asumirla hasta la eternidad.
Cuatro décadas de militancia, alcanzando el mérito de dirigente regional del PCD y miembro hasta la fecha de la Coordinación Central del Movimiento Caamañista-MC, hablan de su inconmovible compromiso revolucionario.
No hubo pelea que evadiera cuanta se trataba de defender su patria chica y la humanidad oprimida.
No hubo causa justa a la que no se integrara. Ni reunión importante a las que no asistiera para expresar sus sabias y sencillas sentencias cultivadas codo a codo y día a día con sus amigos pescadores y trabajadores/as del machete.
Pedro no llegó al quehacer revolucionario desde la ilustración, sino desde los sinsabores de las clases empobrecidas y su alta sensibilidad social.
Pero hay que decir que su militancia lo ilustró, aun fuera en un abc del comunismo permanente enriquecido por su inteligencia creativa.
Así, paso a paso, su práctica libertaria se nutrió de la teoría de la subversión anticapitalista hasta convertirse en un referente en luchas y debates.
Cuando pienso en él me recuerdo de Domingo Rosario, El Buey, formidable dirigente del PCD en Santiago, capaz de vencer su analfabetismo con su rebeldía de clase junto a un colectivo que supo acogerlo y pulirlo.
Pedro llegó a ser director del Primer Museo Campesino, todavía intacto, fundado por el inmenso Silvano Lora, con quien cultivó una pródiga camaradería.
Por esos lares, costas y montañas, playas y aguas salobres, pleno de amor por su pueblo, seguirá transitando eternamente el espíritu de ese sencillo y modesto héroe desconocido, merecedor de un reconocimiento nacional.

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