PEDRO MIR, el poeta contra el dictador Trujillo

PEDRO MIR,  el poeta contra  el dictador Trujillo

MIGUEL ÁNGEL FORNERÍN

Cuando Pedro Mir salió del país en 1947 y se exilió en Cuba, ya era un poeta conocido y también un prosista respetado como se puede ver en la recopilación de los artículos que publicara en “Ayer menos cuarto y otras crónicas” (2000). No se puede negar es que su escritura, como se evidencia en “Poesía y política” (Ibid., 146-148), muestra la doblez ideológica a la que el régimen sometía a todo productor textual que fuera desafecto a su política. En el caso de Mir, su contradicción con la dictadura era más que frontal, pues él se lanzó como poeta social y Trujillo se va a convertir, luego de la Guerra, el hombre que posee la mayor riqueza del país. Defender a los obreros era entrar en contradicción con el patrono Trujillo (Bosch). Este artículo muestra una falsa abdicación del poeta y la crisis de los últimos años en la que Mir se enfrenta a la relación difícil del discurso con la sociedad y de la dictadura con la escritura.
Al llegar Pedro Mir a Cuba en 1947, se encontró que Juan Bosch estaba reclutando combatientes para la invasión de Cayo Confite. Bosch había participado en la Fundación del Partido Revolucionario Dominicano en 1939, movimiento del que fue líder junto a Juan Isidro Jimenes Grullón. En el congreso de 1944, el PRD se dividió. La invasión de Cayo Confite fue un proyecto unitario donde participaban unos 400 dominicanos más 900 combatientes, en su mayoría cubanos y puertorriqueños. Entre los cubanos había gente de distintas tendencias como Rolando Masferrer y Fidel Castro.
El fracaso de este proyecto va a ser descrito por Pedro Mir de esta manera: “Los factores de la política cubana del momento habían encontrado en la ilusión de los dominicanos una oportunidad magnífica para convertir la expedición dominicana en expedición cubana… (Ibid., pág. 314) y concluye: “Cayo Confite fue un fracaso y como tal no ha podido merecer sino el olvido…” (316).
Luego del fiasco de la expedición, Pedro Mir se refugió en Guantánamo en la casa de su abuela paterna Micaela Bulgar (Pérez Shelton, 21). En enero de 1948, fue asesinado el líder de los obreros cañeros Jesús Menéndez. Mir que era su admirador le escribió dos poemas: “Tren de sangre” y “Regreso de Jesús Menéndez a la tierra”. Por la poética que trabajan estos poemas son los primeros textos que conocemos publicados antes de “Hay un país en el mundo (1949). Ellos instalan dos continuidades en su poesía: la primera, si tenemos en cuenta la poesía que Mir escribiera en Santo Domingo, el tema racial y el político-social. La poética de Federico García Lorca parece asomarse en una elegía al estilo de “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías” (1935); la segunda continuidad es el tema de la caña que será central en “Hay un país en el mundo”. No es de extrañar porque las ideas sociales presentaban el internacionalismo proletario y los temas de Cuba coincidían con los dominicanos y los puertorriqueños. En la segunda década del siglo XX, el Caribe se había convertido en una gran factoría productora de azúcar a favor de las empresas absentistas estadounidenses. Esto hizo que surgiera un movimiento obrero de considerable fuerza y de búsqueda de conquistas como las que consiguió Menéndez para los obreros cubanos y que fueron la causa principal de su asesinato bajo el gobierno de Grau de San Martín.
En 1948 y 1949, Mir vive en La Habana y en Santiago de Cuba donde termina su obra de interpretación histórica “Dos hombres y un negro” que publicará con el título de “Tres leyendas de colores” (1969). La publicación tardía de la obra tiene una larga historia para la historiografía dominicana; es uno de los primeros ensayos de interpretación histórica de corte marxista, luego de “La República Dominicana (historia de su pasado y su presente)”, 1940, de Juan Isidro Jimenes-Grullón. La escritura de este libro en este periodo demuestra el trabajo sin pausa de Pedro Mir y su inclinación por el ensayo de tema histórico.
En ese mismo año de 1949 aparece su poema emblemático “Hay un país en el mundo”. Según el autor el libro fue publicado por Juan Bosch. Es importante anotar el carácter poético y la intención política que organizan el ritmo-sentido de esta obra que traspasa la historicidad dominicana y se convierte en un poema caribeño.
“Hay un país en el mundo” es un texto social a la vez que político. Su sentido va en contra del tirano Trujillo y el poema no ve otra solución que la guerra contra el sistema injusto del capital impuesto por las empresas absentistas de la caña y el poder omnímodo de Trujillo. El poema es un texto vanguardista en su forma, modernista en sus metáforas; en su belleza parnasiano. Único en su abordaje de la situación social de las clases subalternas y una irreductible crítica al poder dictatorial en América Latina.
En carta a Nicolás Guillén de septiembre de 1948, en la que le reprocha no escribir un poema de solidaridad con la lucha dominicana, Pedro Mir muestra su irreductible convicción de que la República Dominicana saldrá de la tiranía de Trujillo: “Y Santo Domingo será libre. Será libre porque tiene un pueblo probado en la lucha vertebrada contra el enemigo de todos. Será libre porque es un pueblo. Y se hará libre, sin ayuda, cien veces. Como lo ha hecho tantas veces ya, todas las veces en el curso de su historia combativa” (Álvarez Estévez, 2013).
En La Habana, luego de casarse por segunda vez, Mir tuvo que dedicarse a la fotografía ambulante y viajó a principios de 1950 a varios países de Europa entre ellos, Austria, Checoslovaquia, Rumanía e Inglaterra en los que participó en recitales y actividades de corte internacionalista. Luego pasa a Guatemala donde había triunfado la revolución de Juan Jacobo Árbenz. Lee en el Ateneo de Ciudad de Guatemala, con una orquesta de cámara y en presencia del joven Ernesto Che Guevara, su poema “Contracanto a Walt Whitman”.
Su poesía alcanza a tocar los contextos de la vida social y política en el Caribe, en América y en Estados Unidos. En él se recoge su preocupación poética y la realidad política. Va en contra de la visión que tenía León Felipe, traductor del “Canto a nosotros mismos” del poeta norteamericano. Contra la visión de la democracia americana que tenía Whitman y el desarrollo del imperialismo y la dominación en América que dieron origen a los discursos de la izquierda americana.
Con la caída de Trujillo en 1961, la obra de Mir regresa al país. Recorre ciudades y campos y el poeta se convierte en el último vate celebrado. Es en 1972 que Jaime Labastida prepara para la Colección Mínima de Siglo XXI una antología de los poemas mayores de Mir, que Víctor Fernández Fragoso (1978) llamó “los cantos épicos”. De ahí comenzarán a aparecer estudios sobre su obra hasta que el poeta se convirtió en un mito. Hay quienes piensan que Mir es un autor coyuntural, pero la brillantez de sus imágenes, los problemas que trató, su ritmo, la fuerza de su expresión poética lo mantienen como uno de los grandes poetas sociales y políticos de República Dominicana y de América.

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