Pedro Poveda, un hombre para hoy

Pedro Poveda, un hombre para hoy

De la memoria al compromiso es el lema elegido para conmemorar cien años de vida de la Institución Teresiana. En 1911, Pedro Poveda creó, en Oviedo, el primer centro educativo orientado a la formación de mujeres, futuras profesionales de la enseñanza, para responder a las necesidades del contexto social en España.

Resultó tan incisiva su labor educativa que  en el centenario de su nacimiento, el año 1974, fue reconocido por la UNESCO como “humanista y pedagogo”. La originalidad de su propuesta radica en la afirmación de que el diálogo y la educación  son  claves en la difícil tarea de humanizar.  Sus acciones fueron un  adelantado exponente de su confianza en la mujer como factor decisivo en el progreso de la sociedad.  Y fue precisamente una mujer, Santa Teresa de Jesús (Ávila), mujer “plenamente humana y toda de Dios”, la que dio nombre a su institución y propuso como modelo a los asociados.         La Institución Teresiana,  en fidelidad a su fundador y participando de la misión evangelizadora de la Iglesia Católica, procura “potenciar el diálogo ciencia, humanismo y creencia, incorporando el desarrollo del pensamiento generado a lo largo de la historia y pulsando las cuestiones candentes actuales a la luz de la investigación científica”, mediante el estudio y la oración. En mi experiencia personal de pertenencia a la Institución, he encontrado estímulos para vivir una fe sólida y una actitud de servicio profesional, que a su vez fueron los elementos que más me atrajeron e impulsaron a esta aventura.

Desde que solicité mi incorporación ya casi finalizando mis estudios de Odontología, orienté la práctica hospitalaria para servir a los más pobres.  Me esforzé en poner mis capacidades profesionales, especialidad en la cirugía maxilofacial oncológica, al servicio de  los estudiantes provenientes de sectores empobrecidos del país, que sobre todo, asisten a la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde laboro desde el año 1984.

Desde entonces entendí  que venimos al mundo con una misión:  ser portadores para los demás de la Buena Noticia que es Jesucristo, sabiendo encontrar en Él la fuente de vida plena y feliz que tanto buscamos.

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