¡Pedro Ricart El desnudo como metáfora de la cultura!

¡Pedro Ricart  El desnudo como metáfora de la cultura!

Bajo un título de definitivamente experimental: “NU beyond DE”, un delicioso juego de palabras en inglés que el mismo artista traduce como “más allá del desnudo”, Pedro Ricart ha presentado recientemente su décima exposición individual en el Museo de las Casas Reales. Luego de residir durante casi dos décadas en San Juan, Puerto Rico, el reconocido artista dominicano nos entrega un cuerpo de obras ante las cuales confrontamos nuevamente su capacidad para renovarse creativamente hasta llegar a unos niveles admirables de frescura y libertad expresiva.

La muestra, integrada por más de 30 obras, entre pinturas, dibujos y trabajos digitales, ha significado un excitante reencuentro con las obsesiones temáticas, técnicas estilísticas y filosóficas que nutren la práctica creadora de Pedro Ricart durante los últimos veinticinco años. En “NU beyond DE”, además de sus recapitulaciones sobre la fusión entre cuerpo y paisaje, figuración y abstracción, resulta notable su enfático interés en combinar las técnicas tradicionales, la tela, el papel, el collage, así como los medios digitales y los materiales extra-pictóricos.

Entre las obras más significativas de la muestra, destacan las tituladas “Came to rest flesh”; “Posing between the true and lie”; “She decided and she´s still waiting”; “Yes you know”; “In my eyes allows”; “Fashion for some next modern burial”; “Me in the middle of my thughts; “In the desert of the time through an hourglass of colors”; “Walking round around and over your skin”; “Just a supposition” y “The passion bleeds its own blood color”. El impacto visual y la fascinante capacidad evocadora que nos deparan estos trabajos, resultan de una riqueza plástica reforzada por el característico virtuosismo de Pedro Ricart en el manejo del dibujo, la delirante utilización del color y la sutileza efectiva del recurso de la pedrería.

En sus pinturas digitales de edición limitada, Pedro Ricart nos propone un “lirismo digital” en el que la abstracción retocada por computadora resulta ciertamente cautivante. Tanto las obras digitales como las pinturas sobre tela y los collages sobre papel, en su mayoría de pequeños formatos, nos seducen por una factura, rigurosa en ocasiones, otras veces rápida y siempre impecable que por sí misma le aporta unos niveles asombrosos de integridad y artisticidad.

Desde luego, la factura y el dibujo rápidos aparentemente inacabados son frutos de un cálculo estilístico sumamente personal en el caso de Pedro Ricart. Y este recurso resulta cristalinamente especular en cuanto nos remite a la circunstancialidad; a los efímeros rituales del caos posmoderno y a la misma velocidad de comportamiento del cuerpo como proveedor de metáforas e imágenes que nos remiten a lo ético y lo estético: deseo, júbilo, celebración, gracia y energética gestualidad visual.

Desde principios de la década de los 90, Pedro Ricart define una propuesta estética esplendorosa y energética, caracterizada por una síntesis formidable entre figuración de aire neoclasicista y abstracción lírica. Sin embargo, en los ejercicios creativos que integran “NU beyond DE”, el cuerpo y el paisaje característicos de su universo resultan desbordados hasta su desvelada fragmentación.

Pedro Ricart deconstruye y transfigura el cuerpo como comportamiento y gestualidad. El cuerpo volcado hacia fuera. El cuerpo fragmentado, desmitificado y mixtificado. El cuerpo posmoderno, insospechado, fugitivo. El cuerpo como signo y metáfora de sus propias pulsiones. Metáfora de su gestualidad física y de sus vibraciones anatómicas, morfo-fisiológicas y espirituales. El cuerpo desnudo y “al desnudo” como penúltima y profética decantación cultural de Occidente.

En las obras recientes de Pedro Ricart, cuerpo y paisaje operan como signos clarificadores y a la vez como una provocación a profundizar en los temas, realidades y situaciones que le preocupan como artista y como ser humano (religión, política, familia, sexualidad, amor, dolor, fraternidad, cotidianidad). Así, ante los penúltimos ejercicios creativos de Pedro Ricart, uno se siente invitado a pensar en una visión del cuerpo humano como metáfora de lo natural, lo artificial y lo cultural.

En un cuerpo cuyos órganos y atributos principales se vislumbran en inminente proceso de “disolución”. Desde esta perspectiva, “el cuerpo sin órganos” (Gilles Deleuze y Félix Guattari, 1972) opera como metáfora propiciadora del pensamiento sobre sí mismo. Sobre su capacidad de metamorfosis, vértigos y seducciones al mismo tiempo que nos mueve hacia el autocuestionamiento y hacia el intento de descifrar su inefable régimen de signos y valores, tanto en el contexto estético como en el terreno antropológico.

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