Pekín reclama “acciones concretas” al Papa para mejorar las relaciones    

Pekín reclama “acciones concretas” al Papa para mejorar las relaciones    

Pekín, (EFE).- El Gobierno chino reclamó a Benedicto XVI “acciones concretas” para mejorar las relaciones entre Pekín y el Vaticano, después de las críticas del Pontífice al régimen comunista en su tradicional Mensaje de Navidad.

“Deseamos que el Vaticano pueda reconocer el hecho de la libertad religiosa en China y el desarrollo del catolicismo, y que cree condiciones favorable para la mejora de las relaciones entre China y el Vaticano mediante acciones concretas”, declaró hoy la portavoz de turno del Ministerio de Asuntos Exteriores, Jiang Yu.  

El 25 de diciembre, ante miles de personas reunidas en la plaza de San Pedro, el Papa denunció la falta de libertad religiosa en China y animó a los cristianos chinos a “reforzar” el espíritu de fe, paciencia y fortaleza y a perseverar en su fidelidad a la Iglesia de Roma.  

 Días antes, el Vaticano había acusado a China de dañar el diálogo y de gestos “hostiles” después de que Pekín promoviese una asamblea de obispos sin el permiso de Roma, en la que ordenó un prelado sin el visto bueno del Papa.   Por su parte, el régimen comunista se defendió de lo que calificó como “amenazas” y “ataques a la libertad religiosa de China».  

En un comunicado publicado por el Buró Estatal de Asuntos Religiosos, esta institución tildó de “infundadas” y “descorteses» las críticas del Vaticano, al que acusó de “intentar intervenir y lanzar amenazas a los participantes en estas reuniones desde hace dos o tres años».  

China y el Vaticano rompieron relaciones diplomáticas en 1951, ya que el régimen comunista no acepta que Roma tenga poder decisorio sobre asuntos religiosos internos, tales como la elección de obispos.  

Para reanudar las relaciones diplomáticas, China exige que el Vaticano rompa previamente con Taiwán y que no “interfiera” en los asuntos internos chinos.  

En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial -controlada por el Gobierno comunista- y la “clandestina”, que sí reconoce la autoridad papal.

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