Película forense en reversa

Película forense en reversa

Nada más instructivo y entretenido cuando se está realizando una necropsia que aplicar el formato de arrancar identificando el órgano noble que cerró el telón de la vida, por lo general el cerebro.

Es el punto de partida desde donde el sabueso investigador empieza rastreando las huellas de las pisadas del monstruo  denominado enfermedad o trauma,  responsable de la cascada de eventos que convirtieron en difunta a la persona. Al descubrir la razón inicial del mal funcionamiento de la maquinaria humana gritamos: ¡Eureka, ya conocemos la causa básica de muerte! 

La medicina preventiva se nutre con la casuística de mortalidad certificada a través de las autopsias. El Instituto Nacional de Patología Forense es una mina de valiosa información en la que buscamos datos confiables que nos  informen objetivamente acerca de los males responsables de las defunciones  que acontecen en el país.

Así, tenemos que durante el mes de septiembre 2012 se llevaron a cabo 176 experticios, de los cuales 126 correspondieron a decesos violentos  para un 72%, el otro 28% (50 fallecimientos) fueron muertes naturales. Establecimos una nueva cifra récord mensual de suicidios con once casos, para un total de 90 defunciones en lo que va de año. Los trastornos cardiacos seguidos de las infecciones fueron responsables del máximo de los fallecimientos naturales. De enero a septiembre 2012 se han practicado 1,613 autopsias con 1,127 muertes violentas y 486 naturales, manteniéndose la relación de 70% para causas no naturales y del 30% para enfermedades.

Llevamos 73 decesos infantiles y 32 muertes maternas. Las dolencias infecciosas, el bajo peso al nacer y las anomalías congénitas son las causantes de la mayoría de las defunciones en niños, mientras que la enfermedad hipertensiva del embarazo, las infecciones y las hemorragias encabezan los fallecimientos en mujeres parturientas. Cargados con esa información nos movemos  al capítulo inicial del largometraje vida y muerte.

Ahora nos detenemos a reflexionar sobre el momento en que el individuo se encontraba gozando de una plena salud. ¿Cuáles factores o condicionantes incidieron para que se rompiera el sincronismo armonioso mente sana en cuerpo sano? ¿Cuál o cuáles fueron los detonantes de la violencia, o enfermedad, responsable de iniciar esa fatal cadena secuencial de trastornos en la estructura corporal que consiguieron que el corazón dejara de latir, los pulmones de respirar, los riñones de filtrar, el hígado de metabolizar y el cerebro de dirigir la maravillosa orquesta humana? ¿Por qué se nos acabó la música?

Tan pronto conseguimos dar respuesta a tan interesantes incógnitas nos hallamos  en la capacidad para instaurar los programas preventivos destinados a impedir que la violencia se adueñe de la mente o que la enfermedad se inicie en el cuerpo. Llegaremos a una ancianidad colmados de la gran satisfacción de haber vivido a plenitud una existencia llena de amor, y con el regocijo de haberlo compartido con los demás en un ambiente natural sano. La mayor inversión en salud tenemos que hacerla en el primer capítulo de la vida y no en el intermedio o final, es la manera de ahorrarnos sufrimientos, sinsabores y desagradables sorpresas. ¡Apostemos todos a un cierre de película!

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