El sector agropecuario es el más importante en una sociedad, inclusive en las más desarrolladas, porque involucra además de la alimentación de su población de su población, incorporar mano de obra abundante y constante en forma evolutiva.

Nuestro país  es autosuficiente  en sus renglones más sensibles; arroz, carnes de todos tipos, grasas  comestibles, legumbres, musáceas, pastas, salsas, y ese crecimiento es obligatorio consignarlo al presidente Leonel Fernández  y la fecundación del ministro de Agricultura, ingeniero agrónomo Salvador Jiménez (Chío).

Son los empresarios los que insisten en que la infraestructura agropecuaria es urgente modernizarla de manera que pueda convertirse en competitiva conforme a los requerimientos del DR-CAFTA que suscribimos con USA.

También los empresarios vía la JAD exigen que el sector agropecuario requiere de un flujo crediticio de RDS40 mil millones y que ahora apenas rozan menos de la mitad de ese requerimiento, de los cuales el Banco Agrícola suple RD$8 mil millones al año.

El Banco Agrícola es la única institución capaz de financiar esa suma por el rango de la tasa de interés y la osadía de sus créditos dirigidos  a los pequeños y medianos productores, sobre todo los  parceleros del IAD, liberándolos de las tasas altas y los requisitos puntillosos de la banca privada.

Pero el Bagrícola está atado de ofertar esa suma debido a que la Ley 43l4, introducida al Congreso por el Poder Ejecutivo el 18-01-10, carece de un reglamento  que los legisladores no han  aprobado. Idéntico a como se comportaron con el referente a la Ley 285-04 de Migración, y opuesto a como procedieron en aprobar, sin leer, el Presupuesto 2012. ¿A eso se llama democracia?

La clarinada de los empresarios y los medios de comunicación sobre el particular está emitida. Luego, que no se aleguen ignorancias necias cuando advengan los desabastecimientos.