Peligro: Capas sociales trepadoras controlan el Estado

Peligro: Capas sociales trepadoras controlan el Estado

Cuando regidores ponen a su ayuntamiento a garantizarles préstamos personales o cobran sueldos adicionales en distintas dependencias del Estado; cuando legisladores toman para sí sueldos que dicen pagan a otros; cuando una turbina de la Fuerza Aérea Dominicana es sustraída para venderla en el exterior; cuando un Congreso mutila un parque nacional para favorecer a extranjeros; cuando equipos médicos de hospitales públicos se evaporan; cuando los guardianes de nuestra frontera cobran por dejar pasar a quienes ellos deben impedir la entrada…Todo eso quiere decir que el Estado está controlado por capas sociales trepadoras y que sus instituciones – que ni controlan ni castigan- no realizan sus funciones. El Estado siempre ha sido controlado por grupos sociales, pero lo peligroso es que esto ocurra sin contrapesos, con instituciones alevosamente debilitadas. En efecto, desde hace ya mucho tiempo estamos viendo que el Estado no pone orden en nada, salvo en la recaudación tributaria -porque de ahí salen los recursos para el clientelismo y la corrupción- y en los casos donde el orden viene impuesto de fuera, aceptado porque de fuera vienen los fondos que taparán los hoyos financieros creados por los mismos que controlan el Estado.

En las últimas décadas, el control del Estado dominicano ha estado en manos de capas sociales trepadoras que han llegado al poder a través de los tres principales partidos políticos. El costo para el país de tener el Estado en manos de esos grupos es el pesado lastre que se le pone a su futuro. Para las capas sociales trepadoras no existe el futuro del país, sino el suyo.

Si pensamos que el desarrollo de nuestro país depende en gran medida de la forma como se inserte en la economía internacional y de cómo sus instituciones sirvan a la ciudadanía, entonces podemos concluir que dicho desarrollo será imposible mientras el Estado esté en manos de capas sociales que ponen las instituciones a su servicio, y que son incapaces de ejecutar planes estratégicos de desarrollo. Son inestables, no tienen arraigo en la economía y, por tanto, su capacidad de destrucción es mayor, ya que no tienen nada que perder.

Además, con su ejemplo le hacen un gran daño al país, pues desincentivan a muchos dominicanos a elegir la vía del estudio y el trabajo, castrándose así capacidades que se necesitan para el desarrollo.

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