Peligros de la lucha antidrogas

Peligros de la lucha antidrogas

PEDRO GIL ITURBIDES
Pertenecer a las oficinas de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) se ha convertido en verdadero peligro. Atrapar a los matadores de los oficiales militares Elpidio Jiménez García y Guillermo Tejeda Krawinkel es, por tanto, una obligación.

Obligación para la DNCD, para la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI), para la Policía Nacional y para los departamentos de investigación de los cuerpos castrenses. Porque se impone cortar de raíz estas acciones criminales. La DNCD no puede seguir perdiendo a su gente

Jiménez García era un Alférez de Fragata de la Marina de Guerra a cargo de controles antidrogas en un puerto marítimo. Tejeda Krawinkel era Primer Teniente del Ejército Nacional, con responsabilidades en la estación de la DNCD en Jarabacoa. La tarea de combatir el tráfico de drogas está marcada por los intereses. Intereses pecuniarios e intereses políticos.

Obstáculo difícil de vencer es el de los consumidores, que, en naciones como los Estados Unidos de Norteamérica, constituyen una potencia inextricable. Desde que el consumo comenzó a desbordar los límites de la razón se aminoraron las persecuciones. Lejos de castigar, se inició un proceso destinado a tratar el consumo como una enfermedad.

Lejos de disuadir el consumo, esta determinación lo incentivó, con lo cual se fortaleció el tráfico. Es, en esta vertiente de tan criticable negocio, en donde hallamos la fortaleza de los negociantes de esas sustancias prohibidas.

Los países como Estados Unidos de Norteamérica en donde ese consumo no es castigado, son responsables por situaciones como las que han conmovido a la sociedad dominicana. El consumo traza el camino a la producción y al mercadeo.

Cuando el consumo descienda, anularemos a los traficantes sin dispararles un tiro. Porque ellos, sin necesidad de que los instemos a cambiar sus negocios, modificarán el objetivo de éstos. O se dedicarán a instalar colmadones, o casas de juegos. Porque, eso sí, podemos señalar sin buscar una bola de adivinos, que no se inclinarán por actividades de naturaleza distinta.

Entre tanto, se impone castigar a quienes se han dedicado a perseguir a miembros de la DNCD. Las agencias dominicanas de investigación no deben descansar en el proceso de apresar a los culpables de estos crímenes tan inexplicables como horrendos. Porque los asesinatos de Jiménez García y Tejeda Krawinkel no deben quedar impunes.

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