Peligroso camino de la demagogia

Peligroso camino de la demagogia

Entre los dominicanos, la demagogia es esa forma exagerada de ofrecer de todo a todos que tienen los políticos  que tratan de conquistar los votos del electorado para alcanzar sus fines. Podría afirmarse que es la principal tentación que persigue a nuestros políticos, sobre todo cuando tienen “vocación de poder”.

En estos tiempos de campaña electoral vale la pena llamar la atención sobre esta práctica que es, en esencia, una manera negativa de hacer política y de conquistar la voluntad y el sufragio del ciudadano y la ciudadana. Porque la demagogia es un engaño en la medida en que el ofertante sabe que no podrá cumplir sus promesas hiperbólicas, porque no dispondrá de recursos suficientes. Además, la demagogia  se basa en la explotación de las legítimas necesidades de los indigentes, de los más pobres, de los desvalidos.

Los políticos están llamados, en tanto que pedagogos sociales por excelencia, a ser hombres y mujeres veraces y razonables.  El electorado debe recibir de éstos ofertas creíbles, realizables, que puedan cumplirse.

Nuestros políticos deben rechazar la tentación demagógica. Deben ofertar a sus potenciales electores aquellos proyectos y planes que puedan ser ejecutados con los recursos disponibles  o potenciales.  Porque la demagogia de hoy es el rompecabezas de mañana, o el reclamo ruidoso, la protesta. Y los ciudadanos y ciudadanas deben, por su parte, desechar a quienes les mienten con sus promesas exageradas e impracticables.

“Feminicidios”

Es muy probable que nadie en esta sociedad pueda decir que conoce a ciencia cierta por qué ocurren tantos  “feminicidios”,  por qué tantos hombres recurren al asesinato de su cónyuge, compañera o ex compañera.  Pero lo que sí es definitivo es que  todos estamos alarmados ante tantas agresiones salvajes hacia nuestras mujeres y que los sectores socialmente responsables consideramos que esta tendencia criminal no puede continuar.

La Procuraduría General de la República, la Policía Nacional, los medios de comunicación social, las iglesias y las entidades de la sociedad civil que se ocupan de la mujer,  tenemos la obligación de buscar las causas principales de estos crímenes, con urgencia, para detenerlos.

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